Viernes 26 de Febrero de 1892. tttt At valfHXsfito iKíerí», 'JS,,'S3C«/ je^ga tuisiiíiiisffeiíí^aa éwadvai y w mivalMiU»*, ««tlfííMSíe»*! ^j^MMMbM uj fonardwimi&s «9 te ppBpfcfeíd y «ftf te HMmiPt** Saiaa he evrcm, teám let rA-atae, uim '.*e tpWfawu^, Mu loa Hr.mi'ie, iváí» isa «á>ai*. Bis! ; («cíe* tea »tiip2i*9«. vtsvíp'BW 4« ¿wu^í mmePyfit, • ¡MNMMjfó* rwwW&í J' «Mi!t"ífj(í*- Mi etvi&virj, ií« la iw'mp'ia, tit te :-:¿Í-ÍÍ.VMOTÍ-,.>Í3» ^««JM M OÍ aa» SCsftó.ii." ^wto * «as /«"J»v,lM tJ« «M-ifeíte* y í»»'i>?'í'.f.teff.l ywn w MtfteWMMf ( sai mm» • • o « i> • ^ > < « « . « K « i * : a « « • « « ÍKSIÍ lias |oe«8i8tfa«iB msts^ha Se tefsi?kíi, »^ gs&M»^ !{ í^ftl^^ftée)» • S e 3 0 . i . i í , « , , j 8 „ ,A S | (I « * , í ? &^!^ ¿ sa IR Moi*l t^atea! tofl^e» w ÍSMw¡«iiia»--l y«rta es ín la* ^imp ec tv^'í -K'-^-^j FÁBEIOA DI GAS, á 5 reales quintal. Deade 10 qumtsitoa ae ilova á domicilio. Doreohoa <1e oonaucao } de oueata del coxápr § d ) r». — ■ Peso r a a tiza d o . Püiía p^^idos; Ac^rn Oasino 33 y 35, ALlacBN MÍ A-PASATOS ó m la Fábrica de Gas. La mnjeir ana mata. (Juicio por Jurados) D íjamoa ayer la reviata, cuando e! digno fiscal Si*. Hai'oaa iez Lobato se ocupaba de loa móvlltfa tue pudieron iaipuisar i María Apoia para comater el deüto. Concluye ol fiscal. -Dijo el Sr. H^raandez, qua !s María con" cibió el pían y en vaz de ía reparación de su honra peasó eá la veagatiz?» por l&s palabras y oaliñeativoa qus publiaamente le había prodigado el Míreute, dicióndoaelaa también i su marido. No eutienJe qae pueda concebirse sea incierto el dicho de las relaciones, cuando tantas vacas lo repitió el joven, si bien procedió inoorractamante, ante la misma María, que sin inmutarse lo que solo hizo fué neg*rlOj y tsmpoao es de creer que fueron gratuitas estas afirmaciones del Morente repetidas al declarar estando próximo á morir; pero aua admitiendo que lo sean y que el intarfecio procediera dublemsnte de imnera vil y baja, no admita por esto que obró la María ea defensa le su honor, por qué lo qua hizo fué euoomeadar la reparación de su honra á-la más vil y odiosa de las pasiones, qua es la venganza; aparte dé qué no se reparan por medio de disparos las injurias y tfeas&s de palabras, que para repararlas ostáa loa TnbaQaias de Justicia y no se puede (y por eso no lo hará el •Tarado eu esta cana.») dar patentes antorizando k las mujeres que con razón ó sin ella se las llama prostitutas, para matar al que salo diga, que á eso íqrávddrla eximir de raspoasabilidad criminal á M«rk Apols. ¡Medraíos estaríamos entoacss! ¡Meditad señorea Jurados las faUies consecueaciaa que acarrearía us fallo semejante! Si ea verdad, la eximanta da proceder en deünsa del honor la admite la ley divina, U natural y to las las layes, es cuando la mujar ^ue sa vé atropallada por ua hombre qua quiere sometería por fuerza á sus brutaias instintos, defi 3nde y salva su honrá. Habiéndose ocupado en ík otra parta do su infirme do! dtít«ile da la pistola y de la espeía^: en la puerta de* juzga Jo, para dedueir 4a ^e meditación eaaocida, que cualifie» ai'asesinato, y estando ya analizada la ppu^V^rÍ31 Por termioad^ su misión si no tu viesa (Ju^ ocapar¡fe de ios testigos de la défeasa, respecto á los que dice, que n& da deniusstran, niñada saben en cuanto al he^hd principal :y á las circunstancias qua gn é'- coaotirri^ron, y que solo se han referido á la buena conducta de la procesada y a) concepto que le merecían. El Sr. Harnandaz Lobato, coacluyó así; ?JSl ministerio Fjsaai hacumpiido su debar*, pajoso sí, psro ia^xousable; ya conocéis, señoras Jurados, la apreciación del delito y la oirounstaucia que lo modifica; me diUd después desapasionadamente, con serenilad de espíritu y pureza de intención para emitir na acertado fallo, y recordad el compromiso que h&bais contraído con Dios y con vuestra conciencia al prestar el jure manto.,, Informe de la defensa. S P/esidente —La defensa tiene la paJaHra. [Sspectacion.) MtnU Apola MArtibez— dice el Sr. López Mufr^Hj ispera confladameata da los sefiora^í Jurados, se airvin concaierle la li bre tbí ;:ucion. £sta es ia primera vez que voy á tener la honra de hablar en estrados y si todo el que á ellos viene en el cumplí mieat > severo de su cometido á ser intérprete de la la justicia necesita benevolencia, eémo no he ie necesitarla yo que doy mis ys'mtm pMQs en el forot La toga qua llevo hace añoa, consagrada al sscsrdooh de la ena^í ¡lanas, hoy, al variar de íorma, al venir k consagrarse á loa fueros de la justicia pesa en mis hombfos y su psso que as un verdadero agobio, 5o es más para mí, sin duda alguna, porque soy nuevo en estas lldef, y porque todos los ensayos, tanto pueden ser fficundos como pueden acarrear daños y cargos de conciencia. Permitidme, puaa, que bsjo estas impresiones y en esta situación, espare y confíe en la indulgencia del Tribuna), en la de loa Jurados, en la de todos cuantos aquí veo que ciñan la toga á quienes saludo y agradezco sus deferencias; saludo también al ilustre Colegio de Abogados, y cumplidas estas necesidades del afecto que son debe res de cortesía, entro en materia aunque no ea precisa apenas mi defensa para qua el veredicto sea absolutorio, spasar do la tremenda acusación del Ministerio público qua acabáis de oir por boca de su digno representante á quien saludo respetuosamente y le agradezco las frases con que «e ha servido distinguirme, si bien entre las hojas de e?as flores asomaba la sierpacilla de la desconfianza presentándome como una sirena y recomendándoos la prevención hacia mis palabras para que no os dejéis se lucir, como si yó hubiera do abrigar otro sentimiento que el sentimiento de la justi ■ eia que en mi rebosa. (Sn el público. Gran' des aplausos.) Si Prest lente agita la campanilla y llama al órden al púb ico. Continúa eí Sr. Lopaz Muñoz su elocuente informe -fi mando que su patrocinada no msrece ni pu^de merecer en manera alguna la multitud de cargos que contra ella acumula el señor Fiscal y en los cuales ha creído entrever un apasionsmicnto que no se compadece bien con la misión del Minia terio público y que vienan á ser enorme peso que quiere arrojarse sobre la infelix, víctima de la fatalidad y da las bsjas pasiones de un hombre malvado, sobre María Apela víctima de todas las injusticias de los hombres, pobre mujer que se vé aao^ naistda por las tremendas responsabilidades que contra ella sa arrnjsn. (La elooueac'a con que el Sr. L*;pez Muñoz desarrolla esta concepto produce en el público ruidosas muestras de aprobación que el Presidente se vé obligado é impedir. Algunas personas qae continúan sus exclamsciünea son expulsadas del salón por los hugieres ) MP.)bro, tranquila y slegre— dice la de* fansfr.— reon la alegría propia de quien cumple su debar, vivía mi patrocinada en compañía de su esposo y un pobre niño que recogido de ia cuna, halió en el regazo da María Apoia el cariño de la madre que le faltaba. Alguna vez la falta de recursos obligóla á buscar plaza de sirviente y en todas partes demostró una honradez á toda prueba y una fidelidad qua le mereció el aprecio de cuantas persor as á quien sirvió. Misera y pobre era su exislancia; pero también era tranquila y feliz dentro de esa pobreza. María Apela era una mujer oscura y desconocida, que luchaba con denuedo por la existencia suya y la de su familia, por la de aquel pobre niño expósito á quien re servó todas laa dulzuras del cariño de madre que no había podido emplear ea su k jj^ muerto á los pocos mases de habar nacido. Dentro de su misara condición María Apela era feliz; un dia un mozalbata en cuyos ojos se retrataba la impudicia fijóse en el ¡a, y arrojó sobre sn nombre honrado la más infama de las calumnisis, y una série de f>í les circunstancias kizo que sus manos se tiñeran de saegra, que se la acusara da asesinato y que viniera áqUÍ á escuchar tal série de cargos abrumada bajo el peso de Su dolor y su vergüenza. No puado en manera alguna tolerarse que mi defaadida sufra la enorme pena que para ella solicitaba el señor fiscal por que de aplicarse tal condena se produciría tamaña injusticia que no podríamos menos de decir con el poeta. u Existan muchas cosas en la tierra qae quitan ganas da mirar al cielo. „ Bntra después el señor Lapsa Muñoz en el asálisíi de U prueba, hjoieado el relato do los hachos por maner« elocuentísima en párrafos que provocan grandes rumorea da aprobación en el público y numerosos campanillízoa de la presidencia p^ra imponer orden. Sn dicha parto dal informe el señor López Muñoz rebala algunas afirmaciones delfisoa', sosteniendo en vhta de lo que arrojan las declaraciones del sumario y entre ellas la del Antonio Morente, que la pistola ocupsda á M^ría no podía ser mis que del interfecto; afirma que al disparo que produjo la muerta del Alfonsea proco • dió una agresión brutal de este á la procesada, abofeteándola ó intentando apoderarse del arma. Explica d: spuea el sentido de la declaración da María Apota cuando afirmó anta el juez ser suya el arma de fuego. Baspecto á la premeditaeioa que ol señor fiscal apreciaba como cualificativa del delito el Sr. López Muñoz afirma que no existe ni puede deducirse como quería hacerlo el ministerio público por la frase "la habla comprado á caso hecho, que algunos testigos atribuyen & la procesada; pues dicha frase por su indetarminacion lo mismo puede aplicarse á la procesada que al interfecto y porque en último extrema las manifestaciones del testigo P-cayo en que fundaba el fiscal estos cargos contra María Apota han sido desvirtuadas en el acto del juicio por el mismo testigo cuando afirmó que la tur bacion de su espíritu al acudir ai lugar de( hecho, le impidió dar una interpretación exicta á las palabras de María. Analiza la prueba de cargo articulada por el fiscal y dice que este ha llamado testigos presenciales a loa que no lo son pnes todos ellos al sonar la detonación solo pu - . dieron ver uu hombre herido y cerca del herida una mujer con un arma de fuego en la mano; paro ninguno pudo ver el acto de disparar, ni ninguno tampoco aparoibirse da la cuestión ó disputa que medió entre los actores del tarribla drama, porque esta cuestión fué indudabhmente muy 03rta, se sostuvo en voz baja porque ni al uno ni á la otra convenía expresarse an otro tono, y por lo que hace á qua hubo lucha —añade la defaasa—la prueba miaou dal fiscal viene á demostrarlo, porque todos recordareis que el testigo Picayo sobre cuya declaración ha querido construirse est í edificio de cargas y acusaciones contra mi defendida, decía ayer en esta juicio que antes dal diaparo, pu lo oir ciarte rumor en ia puerta del juzgado, rumor que no pudo ser otro sino el de la iuoha entre Apola y el ialarfecto, lucha desigual entre un hombre desalmado y una mujer que defiende su honra, tal vez en vida; lucha qua tiene un término fatal, la muerte de aquel hombre, muerte que no produce la voluntad de mí patrocinada, sino quizás y sin quizás, yo me atrevo sin niagun género de duda á assgurarlo.Ja mano da la Provid encia que en sus inescrutables designios castiga al vardadero deliacuente haciendo qua la bala de su pistola destinada por 61 al extern^inio de una familia honrada vanga á herir al mismo que abrigaba tan malvado propósito. Se extienie el letrado ea consid^facionea jurídicas respecto á la géa*flia del delito, al cualjíioe no pued.s producirse expontánea^CUtó— porque hasta el rayo necesita que las nubss s« formen, qua se aproximen y que choquen para producirse— y afirma que para el estudio de esta génesis hay que tenar en cuenta dos elementos; las condi cioaes morales del autor dal hacho y los actos sucesivos que haya ido practicando haa ta cometer el acto orimíaoso. Por lo que toca al primer extremo, loa antecedentes de María Apola alejan toda sospecha de que su aooion f uase deliberada; pues personas qua la han eonoailo y tratado asegarau de ella ser mujer bondadosa, fiel, servicial, trabajadora, modesta, buena hija, buana esposa, como lo prueban las categóricas afirmaciones de su marido, de sentimientos delicadoa coma lo pone de manifiesto el acto de prohijar al* pobre niño expóaito, y mujer fruiente como lo demuestra ol hecho de muda ra • de la casa ea que vivU para evitar la preaenoia dal Mofmmfm re8í?laclea de eíUrlo al Juzgado pára obtaaer por la vía lagal la reparación de su honra ultrajada. Chaposa después de la con lucta del Morente, y dice que tanto si la María Apola le había otorgado aus favorea, cosa que nadie eu el juicio ni en laa diligenciaa sumariales ha afirmado, como en el caao contrarío, la conducta del interfecto no pudo sor mis vil ni mis baja, porque cómo dice un célebre escritor-- el hombre que recibe un favor de otro hombre y no lo hace público, vá casi camino de la deshonra; el que publica loa recibidos de una mujer ha caído en la mayor de las infamias. El letrado continua eu párrafos da arrebatadora elocuencia los áoUcadentes del interfecto y la juata indignación que en el ¡ áaim) de au patrocinada habría da producir la calumnia coatra ella vartida, y en esta punto no puede admitir qua nadie tacha á María Apola de adúltera y liviana, porque para afirmar eato ea praciao qua kaya pru iba plana, como lo ea neoeaario también para condenar á tañarte á ua hom - bre; porque el deshonor es la muerte del alma. (Muestras de aprobación en el público. £i Presídante impone Órden.) Suspensa la vista por orneo minutos, as reanuda á las cuatro y diez de la tarde. Bl Sr. L^pez Muñoz dice qua lo mismo que no pua le dadacirse dei eximan moral la delincuencia da su patrociaAda, tampooo pueie ser deducida da los hsohos que cau anterioridad al delito, realizó, porque ea* tán ea paífeota coaaonancia no desoubriéndosa en ellos la intención de violar la ley, ni pensar vio'arla quiea ompieza por ampararse á la ley misma llevando á Morante á los Tribunales para obtener ía debida vindicación de laa cfaaaas que le había inferí io; ni el propójíto era delinquir, ni el sitio céntrico y la hora en qae tuvo lugar la desgracia indican que fuera intencional y premeditada. ¿Qué criminal es esta, se - fijraa, que anteá de ir al Juzgado está tranquilamente oa^a de su antiguo amo y nada en ella demuestra qua pausara adoptar uaa resolución extraordinaria? La iaterpretacíoa dada por el Fiscal k U frases qua se le atribuya después de disparo, de *aua queda otro,, tiene tolo el carácter de ua absurdo lógico por que toda frase titme ua peasamiaatQ que la anima, por que uas frase m peasamiento es como uu cuerpo ún vida, como un molde vacio, y en est^ frase únioaaieate puaden admitirse dos píosamieotos: 6 una emonaza, óuaa ai^ertencia; qaá es una amenaza, no puede admitirse porque no aa haría contra Morehte, ya herido y auxiliado por otras personas, contra el guardia, no pudo aer y lo pruoba el que Msría ae entregara sin resistencia; coatra nadie iba pues ia amanaza, y no hay mfes qua este dilems: 6 no ge dijeron semej ^ntes palabras ó de de jirae fueron como ad - varíeacb, naíaralísima en quien producid do ua mal sin ía tención y sableado qua aun qusda ua proyectil an l| pistola trata de que no ocurra otra desgracia. Da todos modoa, se propone apurar la inducción,, como el digno, sincero y recto F.seal, y al efecto, aceptando que si María Apola no fué ai Juzgado con idea siniestra, pudiera creerse que después que ia boíaíeó* Morente, concibió el propósito de matarle eu este caso de existir la intención, se propone demostrar que su p trooinada es digaa de un veredicto absolutorio, p ¡t haber obrado en uso da un derecho; el de defensa propia, con todos sus requissti s. Ojupándose de esta ex msnte dice que la fuente de la vida moral as el honor, la estimación de la dignidad; el efloaz eatímnio por la honra, el sagrado de la parsona; entienle que el agravio al kmn deba reséera a en derecho; y si precia hasta Helar do a ofeasa en la madiaa mayor an \n nn* eala flaaüdad ataca * la espo^yen^a Sgrtpf ÍÍ9