Hm i'rri"-' T^'TrTii'iViirii itm iimMil'"W»ifJt iinÜUni'^l íf.'lfrí iHilIJP ......... f ARIPA ÜC SUbCKlKJONZ^b.— tn QranAOa, aa ptovmcU y en todi Andiindí nn mes, dos pesetas.— En el resto de la Penínsolat un mes, tres pesetas; on trimestre, nueve pesetas.— En tí extranjero: semestre, treinta 7 stís peseta».— -(Las de fuera, pago sdelsníadq).— Número sudto. diez céntimos, TARIFA DE ANUNCIOS.— Oficiales T de eapectículosi poi cada centímetro áe altura, el ancho de ana eolunuuu en l.c pían*, 15 pesetas; en 2.a, 10; en 3A 7^ pssetas; en 4.a, 3 p tas.— Los demás annntios] cada centímebo id. ea 1.a plana, 3 ptss., es 2-a, 1^0; en 3.a 1; en 4.a 0^0. PERIODIC© INDEPENDIENTE Decano de la Prensa diana de esta TARIFA ESQUELAS MORTUORIAS.— Esquelas al ancho de ana columna ta 1.a, 50 pta». en Z.a, 25; ea 3.a, 10; en 4.a, 5.— Al ancho de dosi en 1.a, 100; en 2.a, 50; W 3.a, 25; ea 4a, 10.— AI ancho de tresi en 1.a, 250; en 2.a, 125; en 3.tt, 50; en 4.a, 15.— Al ancho de cnatrot ea 1.a, 500; en 2a, 350; tn 3a, 150; en 4.a, 30.— AI ancho de dasoi «n 1.a, 1 JJ00; ea 2.a, 500; en 3.a, 350; en 4.a 150.— AI ancho de seis o riete, ee pabllcaráa o no, a luido de la Dirección. — TARIFA DE COMUNICADOS —Oí doe l «ea ptóftH's Ifnet. a foído d4J Director. NUMER® y Talleres: San Matías, número 30 — Martes 3 de Octubre de 1922 'A Correos, nóm, 56 •-.::i>y élites del acto Hermoso aepeoto presentaba la Tfljyetaidad granadina anteayer dojaíjitfo, a las once de la m^ana, hora .^^áá^'-pata'' Ta sbléniaé ápertnra ^^^¿'..■BP académico. bellísimas señoritas, ocupaban las ¿ácanas del Paraninfo. ¿ '£¡1 elementó escolar masculino^ se . jítuaha juntó a las puertas de dich.o; : ¿^^rtói eíipatio principal, donde g^s cbmpOBiciones, esperando que se cooBtitnyéra el Cianstro de Profeso-1 tfna comisióe de catedráticos compuesta por loa señores Sánchez Agoi•letó-(don Guillermo) , García Vélez, Jitaónez Sánchez y Segura Socoano, ¡jft^i^ en la puerta a ios invitados jlinatos antes dé las doce, y precedido de sus maceres y porteros, descetídfó por la escalera principal el CUnstro de profesores y autori-lades y se áiri^ó al salón del Paraninfo. OoffiieEsa el acto. — Lc-s asisténtos. ;0<)npan sus sillones los catedráti eos, áatoriáades y representaciones de otros organismos docentes, invitemos al acto. So asiste el Gobernador civil. La presidencia la ocupa el rector -doáJbsé Pareja Garrido, sentándose a TO flérecha, el alcalde don Germán García Gil de Gibaja, el decano de tó^lcüdtad de Farmacia don Bernabé . ÍTOtódsoro, el de Filosofía y Letras, don ¿Eloy Señán, el de Oereeho don José Martes de la Fuente, y el de Me ■ dlctaia, don Francisco Mesa Moles. -Ala izquierda del señor Pareja tomaron asiento el presidente de la' Diputación don Rafael Hitos, el vi«ereotor don don José Palanco Romero, el director del Instituto don EífaóT-Montes Díaz, el coronel del ^JS&pifa^ ^nfówó^ ra dfrectora de la Normal de (Haéstpas D.a Amparo Bisseoourt déAguilera, y el director delaEsCuélá Normal don Joaquín C5errai!o. ,1£nld8 demás escaños, toman asientcsPér la Fncnltad de Derecbo, don José Campos Pulido, don Fernando d*4os Ríos, don Manuel Carrera?, uón José Acosta, don José García. •Valdecasas. don Antonio Mesa Moles, dea P. Segura Soriano. Por la Faoulted dxCienciss, los señores Agayar. tela Facultad de Filaofía y Letra?, a!JDTAlberíp Gómez Izquierdo, don MtQñio Gallego Bario, don Áugel Garrido Quintana, don Pascual Meneiii.por la Facultad de Medicina, don' Fermín Garrido, don Guillerran Sánchez Aguilera, don Fedenco Ojóriz, D. José Martín Bárrales, donRafaei García Duarte, don José ra&ja yéveúes, don Víctor Esoribanp^don Alejandro Otero. Por la Fa«Zñdon Julio Díaz Tortosa,don Franmtad de Farmacia, D. José Jiménez ^aoohez, don José García Vélez, don ¿Qiio Díaz Tortosa, don Francisco «Cianeas Señan, don Juan Nade Hen^ra, señor Mir Peña, el senador y «atedrátioo don Antonio Amor y Rico.Porel Institato, don Rafael Lól&^teo y .«ion Blas Ayll<5n. Por los S ,pif ' 81 Padre Aniceto. Por la ^cúela de Artes é Indusfriaf, los séi»a«ló, Fonseca. Manzano Cay WVJMsJÜmtóvU*. Los canónigos ¿el Sacro Montp.don Manuel T7?ai^ltilos y doa José Campos, ninfo mttos' nQn2La todo el Para' que no oorfespondia al prestigio de esta caaa yala transcendencia del momento, la simple exposición de los motivos ■ .aj^nntajftB^ meripüjllh-. así la sóleinmídad'deí acto, si no traíamos a éi el calor de nuestras aspira^ clones y nuestros anhelos de mejoramiento qué son, llama del espíritu, luces remotas de ideal que, en este ambiente de esfuerzos intelectuales, sería imposible apagar e extinguir. ' No abrigamos el propósito de lanzar diatribas para bnsoar ruidosos y fáciles efectos, ni el de colocarnos en una actitud de protesta chillona y extridénte que se avendría muy mal con larespónsabílidad moral de núes-; tro cargo que obliga a la mayor templanza. S . Debemos decir con toda serenidad, oon-el firme equilibrio del espíritu a que obligan el lugar y la costumbre de.,Ia vida intelectual, algunas refiexlóhes que nos surgiere el actual estado de nuestras Universidades, sin que tales propósitos de ecuánime expresión, nos impidan a decir toda la verdad, sin faltar a los deberes que impone un cargo del qué estamos desprendidos y al que hemos sertido, humilde, pero Üélmente sin otras ambiciones que el bien de. la enseñanza, ideal único de toda nuestra vida. Hace algún tiempo que se ha convertido en un tópico fácil y de éxito seguro, el mesosprecio de la labor de nuestras Universidades, calificándolas con eí remoquete desdeñoso, de. Ciencias óficialer. Los que sentimos nn acendrado amor a ia Universidad española hemos sufrido la herida pensando, con descosuelos, que era mucho más peligrosa y* destructora *Por Real decreto de 25 de Octubre de 1901, se sometió a la deliberación dé las Cortea un jproyecto dé sidades, encaminado a di Spertar ti antiguo-espíritu corporativo dé estes Centros docentes én armonía con las exigencias délos acthales tlémpo>, otorgándoles aquellas facnlíades ne cesarias para poder regirse por sí mismos dentro de los límites aconse* ' jados por la prudencia, dado el esfedó actual de la enseñanza y las condiciones generales del país. Redactado este proyecto, llamado de «Autonomía universitaria» porjél jo de Instrucción Pública, én visfe dé los informes de los. Claustros de todas las Universidades, presentóse a las Cortes con toda la preparación que requiere una obrado tal índole. ; Discutiéronlo las Cortes con gran elevación de miras y espíritu de concordia, formando las Comisiones dignísimos representantes de los diferentes partidos, y mejorándolo como entendieron más conveniente para los intereses de la enseñanza. Aprobado de esta suerte, primero en el Senado y después en el Congreso de los diputados, diósé dictamen de Comisión mixta para • resolver las diferencias surgioas entre ambas Cámaras; dictamen que éstas aprobaron, pero que jiuedó pendiente de votación definitiva del Senado por cansas ajenas al proyecto misino. Este dictamen dé la Comisión mixta es eí que ahora se reproduce como proyecto de ley, considerando que el modo como se ña formado es garan ¬ tía de acierto y qne urge dotar a las Universidades de vida propia para esa crítica negativa e insidiosa, que i que puedan responder de sus actos y b-?2U8n?a el aoto y usa de la palaPtm rector don José Pareja. re^Senza 'isdicando sentidísimo doS^?9 Vos oatedráticos fallecidos Jíll ^aafi9 ültimo» el exrector iáJ^Pt0 García So!á y el catemm^f íarmacia don Manuel Ro^mez Avila (q. g. h.) dieaDS¡?«^8a8 perecimientos y deEnfcr2?d0f P-^^3 a sn memoria hijo ¿i Ia f 1 d^cnrso inaugural a su ^npa P^eja Yévenes, y este Wim&m y lectura ai mis^ que dice así: Habla el Rector El 2¿* ^reáaabnlo *P8rtnC^m0QÍal Olásíeo de nuestra ¿aSSr, •KC.Q^S0• lia aTlf rido este año Wo ble ^o'üficación, abandoto^nnl 040063 ^oionales para elSr^u?va ff rma yo tengo ¡^»^jasmcsr, £a Unirerfi- ^tóaom^f 1 eoí:to Pélelo de vida eBfes sS^? la o^anización de Rl esntóín^111^1163' acomodándolas Btia la O^:A t0? lempos que guata ^ qne d? Ónhborioaa ^ constrecti¿S ni153 ^laldad^s formuíarias. t8^iáSSP^ reglamentarios ac^teacte arfeDte80rdenan qne, en ^Of muvSTi l6a Qn discurso doetriaal feo. Pero Ll09 ^tedrátlcos del Clan- fQéiaiDaJKii P0^? de vacaciones, ^^Po cnmÍHPor ^ material dé ÜQÍ^i¿d ' 1Ue ^.^tor déla ^eque^'n^3 fugado por su ttsr 4a ?n ^ otro' a 11a- u-co, per© hemo? creído la confesión franca y valiente de nuestros propios defectos si iba acompañada de un propósito firme de; perfeccionamiento. ; .. '^'ProfésbiadO español^ víotlma muchas veess de la incomprensión, zaherido con grave injusticia, experimenta nn ansia vivísima de m*jeraxniento y renovación dyi r é^m?n de enseñanza auive< sitarú. Este anhelo, sentido con tanta unanimidad como vehemencia se convirtió en una bandera de ideal: la implantación de la Autonomía de las Universidades. No se pensó nunca, por el Profesorado en desmembrar la Universidad española, comprometiendo m vitalidad con un f raoolonamíento peíigrosoj se aspiraba por el contrario a emanclparlas1, devolviéndoles una amplitud y libertad de movimientos que en mal hora hubieron de perder; crecía con el sistema autonómico la libre ioiciátiva en ia org^ñizaclóñ^pedagógica, Fero ©sto lejos de atenuar la conciencia de su responsabilidad, debía vigorizarla; todo el inundo es taba y está de acuerdo en que el espíritu centralizador, de autonómica uniformidad que informa toda nuestra legislación en materias pedagógicas, asegura el funcionamiento administrativo de las Universidades, imprimiéndoles el movimiento acompasado y rítmico, aunque, muchas veces estéril, de los organismos burocráticos, perojoaatará seguramente todo lo que constituye el contenido espiritual de la Ür.iverEidad que, f fuerza dé pe»feceionar sus cualida dea ae m.Qoa.nism.o oláborador, perdería la condición inesiimable deorga nización viva y temible capaz de crear. Ante estos proyectos o aspiraciones, fundados en conceptos pura y absólutamente doctrinales, nadie sintió recelos o temores y, si los abrigó, hubo de guardarlos cuidadosamente en secreto. Los hombres dé ideas reformadoras, amigos de innovaciones creyeron que un cambio en nuestro cadoce régimen pedagógico vivificaría-las Instituciones docentes; a los apegados a la tradición, tampoco hubo de asustarles puesto que recordaban con orgaiio y esperanza la historia de aquellas gloriosas Universidades españolas que tanto brillaron ea épocas pretéritas. Ño necesitamos decir que en el ambiente social y político ae nuestro país, la más proiunda indifereneía, el vacío más desolador, acogían estas nobles aspiraciones del profesorado; el fenómeno aunque lamentabilísimo, no es nuevo, que ya e fcmos acostumbrados a contemplar una incurable anestesia de nuestra conciencia colectiva. X«a antonamia universitaria Son muobos los años, más de veinte, que van transcurridos desde que se iatentó por primera vez una rfo?ganización en el eeniido autonómico de las Universidades. No . podemos resistir al deseo de tran-cribir aquí el preámbulo del proyecto de ley qne en el año 1905 hubo de presentar a las Cortes el señor Santamaría de Paredes; en éi se se hace una historia brevísima y sintética del modo como había cristalizado y tomado forma la aspiración aiempre latente, aun cuando indefinida en su despertar, qne las Universidades sentían de una nueva organización. El citado preámbulo dice así: estar en condiciones de ser el principal factor del progreso científico de nuestra Patria.»; . - . ^Cr-emos-qñe-es -bien -fácil tenér- p claras y provechosas conclusiones dei1 preámbuio ministerial. Es la mas sa líente, la manifiesta voluntad de las Universidades, de organizarse de un modo autónomo; también encierra un aito ejemplo que no débe desdeñarse el plausible y nobilísimo propósito de aquel Ministro, catedrático ilustre de la Universidad española, qne apenas «levado a las alturas del Poder se apresura a trabajar, por "el progreso de nuestra, enseñanza, dievolviendo bienes a la Universidad en que se había forjado su personalidad y llevando su modestia nasta el ex tremo de esfumar su propia iniciati va, para hacer más notoria la labor que ios organisínos docentes aportaron a la ref orma proyectada . Vean ios espíritos timoratos, rehacioa a lo nuevo, cómo se estimaba ineludible hace veinte años, «atender las exigencias de los actuales tiem pos> con reformas que todavía se estimaban prematuras y aun temerarias. El proyecto no ,,&.é aprobado por incidencias de la azarosa vida de la política española. La labor realizada no se aprovecha, y el intento fracasa dejando el problema sin solución. (Triste destino el nuestro; un momento de -apatía, un minuto de preponderancia del egoísmo o de inerefa malogran las más nobles intenciones o derrumban lo qúese construyó con tanto afán y entusiasmo! Las Asambleas de catedráticos de Universidades, en 1902 y 1905 expre san análogas aspiraciones y la celebrada en Madrid, en 1915 acuerda proponer a los Poderes la discusión del referido proyecto, pronunciándose resueltamente, por una organización autónomar pero el proyecto, tampoco es llevado esta vez al Parlamento. Continúan los vaivanes de la azarosa vida política española y, cuatro años más tarde, en 1919, encargado del ministerio de Instrucción Pública don César,; Silió, resucita el problema y se apresta a su resolución dictando su decreto de. Mayo de dicho año, en que se convierten en disposiciones legales, efectivas, el mencionado proyecto del señor Santamaría de Paredes y muchas de las conclusiones de las Asambleas universitarias. En cumplimiento de ese decretó, comienzan las Universidades a redactar sus Estatutos; yO ño he de discutir en este momento si acertamos plenamente o en parte al cumplir nuestro cometido; lo que sí puede afirmarse es que el mayor entusias mo nos guió en nuestra labor, nada fácil, y que todos nosotros tuvimos el deseo de depositar en . los Estatutos de la Universidad autónoma, lo mejor y más sano de nuestros espíritus, la más recta intención de nuestras conciencias, lo más noble de nnrstro amor a la enseñanza. Si desdeñamos nn poco los accidentes externos de la obra de los hombres y-nos adentramos en el pro ceso psloológico que Ies dá origen, será forzoso reconocer que, en ese caso, se produio una potente vigorización del espíritu corporativo y se 1 intensificó la rida unirereitaris, ans iiiiilil PORTADA DE LA UNIVEBSIDAB languidécía. Al adqairir la conciencia de nuestra responsabilidad direc tlva, ño hallábamos cómo oteas veces la fácil disculpa de la inestabilidad e incompetencia dé los gobernantes y una nueva visión de .nuestros deberes nos impulsaba a realizar la labor emprendida, a sabienda de que no sería perfecta en este primer ensayo, pero si de que envolvía el. germen de una nueva vida de la Universidad española tan necesitada de una vivificante transfusión. Nuevos acontecimientos, de orden político, aportan al señor Silió del. ministerio de Instrucción Pública y llevan a este departamento al señor Prado y Palacio que modifica o reto oa, levemente, el proyecto de aquél y lo adapta como suyo con verdadera afición, extremando su modestia personal y su deferencia respetuosa para las Universidades pueste que, convoca una asamblea, a la que entrega su proyecto de ley para que lo estudien," lo amplíen o lo modifiquen libremente-a su antojo. Así se hizo por los delegados de las Universidades que devuelven al Ministro sn proyecto con leves alteracionesy ninguna esenciál- Informado por la Comisión del Senado, pasa a ser discutido en el salón de Sesiones y es, entonces a unhijo de nuestra Universidad, nuestro ilustre paisano don Natalio Rivas, ministro a la sazón, a quien le corresponde el honroso papel de defensor del proyecto que es aprobado al fin, en la alta Cámara, después de algunas incidencias, nada edificantes. Vuelve el señor Silió a ocupar el Ministerio de Instrucción pública, se aprueban en Consejo de ministros los Estatutos redactados por las Universidades y queda implantado, por decreto, el nuevo régimen. A fin de ordenar la transmisión del anterior al que quedó vigente, ' convoca el referido ministro una Asamblea de delegados de las Universidades en donde se discutieron ampliamente y con tanta elevación de miras como amor a la enseñanza, los diversos e importantes problemas sometidos a deliberación. Sin que haya en nuestra apreciación sombra de apasionamiento personal ni de coincidencias partidistas, es de estricta justicia declarar que la labor del señor .Silió eocierra el mérito de una acción tan der idida como enérgica, a fin de convertir en realidades las aspiraciones nniversitarias, estableciendo una reforma radical en el régimen de la enseñanza superior. Después de un período de silencio qne a las Uoivemdades les pareció largo, se ocupan las Cámaras, con motivo de la discusión del Paesupuesto de Instrucción pública y como nueva derivación del mismo, por sus conexiones con el aspecto económico de la proyectada ley, de un problema de tanta fía^sesdejaej-á como el ds la 5¡ ¿ Autonomía universitaria que no es tratado con la ampütad y detenimiento del debate especial qne merecía, sino incidentalmente y de soslayo. Quedó fallado el pleito de las altas esferas. ministeriales y pocodespnés de cerradas las Cámaras y, en pleno período de/ vacaciones, aparece el decreto de añspensión de Autonomía universitaria. Hemos hecho deliberadamente esta breve aíntesia bi%tórica para desprender de ella lógicas y provechosas consecuencias que, a nuestro jui cío, se derivan de una manera clara de las numerosas incidencias de este asunto y que pueden ofrecer la utilidad de orientar a la opinión un tanto desconcertada acerca de lo que representa la organización autónoma de las Universidades. Es hoy un hecho innegable la necesidad de una honda transformación en la enseñanza universitaria. Se ha insistido tantas veces en esta aarmación,qúe nós creemos desligados del compromiso de demostrarla. Los que hoy concurren a nuestras Universidades no vienen atraídos por el deseo de saber, sino únicamente con el propósito de adquirir un título profesional que les habilite para el ejercicio de una carrera. El concepto de la Universidad, como Centro de. cultura, como propulsora de la investigación científica, como molde formador de los espíritus, no existe en nuestro ambiente social; los esfuerzos que el profesorado realiza en este sentido, quedan forzosamente estériles y dispersos porque los cohibe una legislación que aspira a la uniformidad como norma perfecta, que persigue el fin burocrático de un modo casi exclusivo y desdeña todo lo que puede haber de palpitaciones del espíritu y de deleites intelectuales en la labor docente. Falta casi por completo la trabazón entre el estudiante, sobre todo cuando deja de serlo, con la Universidad; podemos a lo sumo, formar alumnos bien instruidos que serán mafíana profesionales aptos en el concepto técnico, pero, no se hacen discípulos que de por vida sigan amando a la Universidad dónde se formó su ser espiritual. El actual régimen pedagógico de un carácter acosadamente centralista está llamado a desaparecer y su desprestigio, como productor de los defectos señalados, no estriba solamen te en lo que tiene de subordinación automática a las órdenes de los ór ganos centrales sino en la rigidez restrictiva que ahoga las iniciativas individuales y paraliza todos los propósitos de mejoramiento que son ilegales casi desde el momento en que se formulan. Nadie, cualquiera que sea el plano ideológico en qno B9 haiiQ colocad?. niega la néceSidad de una reforma, que atacando con valentía aquellos males, transforme un sistema desáoréditado ' y vigorice la vida dé nuestras Universidades, llamadas a tan altoa fines si es algo más que una frase el tan decantado resurgimiento nacional. Entendiéndolo así, los Claustros universitarios inician el movimiento en pro de la Autonomía como el medio -más adecuado para cambiar el modo de ser de nuestros primeros Centros de Cultura. Es, como se vé, muy largo el tiempo transcurrido f muy constante el esfuerzo realizado por conseguirlo, distíngoiéndole por su perseverancia en el propósito el Profesorado universitario y por^ sn amor a la enseñanza y perspicaz orientación los minietros que supieron recoger esas aspiraciones y trabajaron por convertiias en realidades. Y no se diga que los universitarios hemos cambiado de opinión; bien reciente está la úlfitná Asamblea en que el sentir unánime de los delegados afirmó una vez más la firme voluntad de las Uaiversidades respecto a este asunto, sin que después haya habido motivo algono para una mudanza tan súbita ni se les haya consultado tampoco su parecer. Un obstáoolo hasta ahora invencible, ha dificultado la implantación de la Autonomía; la conveniencia y necesidad de convertir en Ley, apro; bada por las Cortes, lo qne hasta aquí ha regido, por decreto, solamente. Bs innegable desdé el punto de vista jurídico, que no existiendo en España otra Ley de Instrucción pública que la del año da 1857 y que lleva el noúibre del ilustro patricio don Claudio Mbyano,. solo otra Ley, como aquella, votada en Cortes, puede anularla. Ésta razón es teóricimente d8: finitiva, pero susceptible de no pocos- reparkros-Éi miramos a^la realidad de las cosas. La necesidad da adaptar la refaríia Ley a las exigencias y circunstancias 4« cada momento ha permitido y hasta Ifigitimaao las incesintes modificaciones, complementos y hasta fundamentales valaeraciones qu= ha vsniio sufriendo.' Es algo qae sorprende y desconcierta, esta repentino temor a acometer una obra básica y definitiva cuando van transcurridos más de setenta aSos sin sentir tales tscrúpulos; prodnee también una sensúción de hondo desaliento, el pensar qne en un lapso de tiempo de más de mydio siglo, que ha bi-stado para trancformar la pedag^gí-í u&lvtfrsai e imprimir el msyor y más rápido progreso en el movimiento enitursi d-1 mundo, no hayamos poóido coa^tguir una nueva Lsy de Easeñanza, oontentándoae gobernantes y iegisiadores con ir remendando ia antigua, con aquel aprtsuramitujto e irrefiaxlón de quien carees do tiempo para ocuparse de tales menudencias. Las Universidades no dessan una independencia arisca, con aires de rebeldía, aspiran a una emancipación que les permita mayor cultura y fiexibilidad en sus movimientos, pero sin romper la debida articulación que las une entre f í y con el Estado. Y en lo que sé refiere a este Claustro, este sentímiento es tan vivo y general que yo ína encuentro autori zado para declarar aquí que creemos llegado a su madurez'nuestro sentido pedagógico y formado, ya, un sólido estado de conciencia con respecto a lo imperioso y santo de nuestros deberes. Por eso nos- atrevemos a solicitar de los Poderes públicos, con aquel respeto que merecen y con el que a nosotros mismos nos debemos, una reforma fundamental de la Enseñanza, que, como la autonomía de las Universidades, es síntesis de sus aspiraciones, fruto de su perseverante labor y esperanza de su perfeccionamiento. No olvidemos que la pasividad o tardanza en otorgar una reforma de tal transcendencia podría malograrla, que es condición propia del temperamentg de nuestra raza caer, bruscamente, desde lo más alto de los fervorosos entusiasmos en lo más hondo de la apatía y del escentieismo enervador. Las Universidades hsn realizado una asidua y provechosa labor en la formación de sus Estatutos, redacción de reglamentos, organización de planes de estadios, y creen tener derecho a que no se esterilice un esfuerzo que realizaron con tanto entusiasmo y desinterés. Es nuestra petición dictada por el mejor deseo y no creemos que pueda dársele distintn del pensamiento y nunca arderá ésta con más esplendor que cuando la en* -ciende, la-prepcapación del porvenir» Ápesar de las vacilaciones yapla-» zamientop, Pígamos esperando, mientras ponemos cada vez mayor couvic» ción y amor en la diaria Isbor ^áfi?. cente que reanudamos hoy. No dudamos de la posibilidad de un cambio en nuestras prácticas pedagógicas? organizado y dirigido por la ley. Yo lo espero, aunque viejo y cansado, porque soy un incurable del optimismo y un convencido de que las cosas no pueden llevar en sí mismas usa fuerza mayor que su propia bondad. Contemplaría con orgullo un renacimiento dé la Universidad española, y mientras llega confío esperanzado en que han de producirlo los gérmenes de vida que ella misma contiene; si languidece o decae nuestro propio espíritu será inútil quo traten de estimularlo las iniciativas reformadoras venidas de fuera; si los Centros uní va-esitarios, convencidos de su alta misión y ganosos de realizarla fomentan y conservan su propia vitalidad, el milagro se habrá realizado, pese a todas laí trabas y résíricéiones; entonces la juventud española tendrá un lugar para íor jar sus almas y su pensamiento y la Universidad habrá realizado la más ñoble y valiosa aportación al engrande- - cimiento patrio.» • ^ - El final del dicurso del Bectprrpa acogido con grandes.vítores al seño? Pareja, lanzados por él elemento escolar, y aplausos po? los catedráticos. , nr. Algún grito contrario contra el Ministro, lanzó algún escolar. Bistribución de premios Acto seguido el secretario señor Gallego, (don Juan) dió lectura a las listas de alumnos premiados en el pasado .curso,- recogiendo algunos sus premios. Promios extraordinarios Premio de Farmacia, don José Dorronsoro. Facultad de Medicina, don Salvador Almansa y don Eogelio Consuegra. ■ Facultad de Derecho, don Juan R. Bravo y don Francisco Márquez. Facullad de Filosofía y Letras» señorita Joaqnina Egusraz y don Julián Sebastián Lumbreras. Final Ei señor Rector, declara insugurado el eu»*£0 académico 1922-23, y so dá por terminado el acto, regresando la comitiva en igual forma, a la sala de profesores. ^naaTipolóa ¿Le iTQ x w: ;.; numero £íl¡ 'k¡