— Sr Ituliicrus visto el ortjinai iifiñíña* casi íf/nnr. Y erUóiKvs ni- contó la apariciu.n de l-iura. I;ts noches de Valencia, su amor, su infhncolíii . Í«J «■s[) -i.-tora : y con su estilo de poélicrf sencilléz « inv detiblí' duRura . .me pareció oir una balada de Schiller cantada en la lengua de Zorrilla. ¿Quien habi creido al ver su fuego." su elocuencia, su entusiasmo, que hahlahn de una niujt-r desconocida, á 'quien solo b -hin vr arlislüs. Salvjdor esperaba con impaciencia [su inolvidable Lloiia por fio... la luna asoma mclam o ic entre is (ulx.'s iJf;l Oripnte y la sacerdotisa del norte, iriirada di- rodilíai , m^uguVii la inmortal plegaria. Kn m. dio de aquel canto gemidor v sublime una corona de ílons iáiiy'fse de un palco y cae á los pié^ íft la artista. Todo» los oj"S se vuelven hacia dond- habia salido, y una esclamacion de Salvador acompañó aquel movimiento. to\^fi Es ella I me dijo. = Quién ? = Laura, mírala! La de los cabellos de oro , la de los ojos de cielo, laque ha arrojado esa corona ! Mira v di si hay otra eo todo el teatro que iguale su hermosnrn! V en efecto en una joven de una belleza perfecta, rica y elesnntemente adornada. El tipo de su rislro. como habia dicho Salvador en el Muséo, se ajustaba perfectamente al de la blonda imagen de Bibrlta, v e! color de su tez menos sonrosado , daba algo dií mas ideal y melancólico al dulce mirar de sus ojo» Parecía completamente doipinada, fascinada por la >oz de la Penco, y como alraidos por la música fus ojo», apenas se seporaron durante la representación da la eseena. Dos personas la acompañaban «n el palco: una joven, también bella , pero oscurecida é su lado, y el mismo caballero con quien Ja Inbia visto Salvador en el teatro de Valencia, y que debía ser su hermano. Concluido el espectáculo nos apresuramos á salir y nos detuvimos en la -puerta. Necesito saber donde vive, me dijo Salvador. No te quiero molestar mas, vete -, voy á. esperarla é la salida del palco para que no se pierda en esta confusión. Mañana te diré todo. Y se lanzó la escalera arriba, deslizándose entre ]a muchedumbre que bajaba. Pero Salvador no la encontró aquella noche, ni la vió mas en el teatro, ni en el Prado, ni en los cafés . ni en las calles- = Verla un momento y desaparecer! se decia, mejor hubiera queridí) no encor.iraéla ! Llegó el último més de abril y salí de Mídrid para Andalucía. Me dejé á Salvad' r dispuesto á marchar á B. ..- donde estaba su faiiiifia, y desde allí á S de donde era Laura.. .. todo con la esperanza de volverla á ver. A últimos de mayo rfeibí juna caria suya fechada eñ Madrid, donde entre otras cosas, me decía: « Al lin descubrí td paradero de Laura; vive en la calle del Carmen, número Ha estado enfer- ma mas de un mes y por eso no sé la vela en parte alguna ; pero ya todas las noches baja al Prado, don- la ca>a de que, como sabes, es visita mia. La he .visto alli, le he hablado, he bailado con ella.héle recordndoiá Valencia, la fonda de .... y. al Teatro Heal y á la Lenco, y dos ó tres veces á instancia mia, ha .tocado en el piano mi célebre ária de la Aorma Es todavía mas amable que hermosa , y pairce queme di^ingiic entre todos. Mi vida ha cam* biado cnmpíelnuienle -, era viejo y soy i Ó vén ; eré melaneólico y soy alegre. Hermosos dias!.... 8080 aira Oh [irimavéra, gioveníú del' anno, Oh, gioventii , primavera delia viita!» En otra carta te diré más » Ay! no tuve otra carta de él. Murió el ocho de Junio de la terrible enfermedad que sabes, v tú mo escribiste la noticia de su TnüeHe.'11'/ ' nníofi/i zoa ÍJU^ - . d sb Lo he sentido como debe sentirse la pérdida de un amigo, que, como has dicho tú en la despedida que le dedicaste, ha muerto como Bayardo, sin miedo y sin mancilla. Y todos ios dias leo sos versos, al par de las -cartas de amor de una mujer que también he per» tlido. Todos tenemos en algún cementerio tumbas que nos llaman, donde todos lósanos debemos dejar un r.mo de siemprevivas! Laura también murió en Madrid á principios del IÍÍ -S de agosto, cuando se marchitan las flores! He Jeido en su lápida: LAURA S MüRló BL DIA 3 DE AGOSTO DR 1857. : 18 ANOS' i ; . i.i-j '^•.•Aií?!>«-ío,3n EOl 3ii iso ■ ■ Es uno de los mejores epitafios que he visto. Asi debe ser la inscripción del sepulcro; breve, pero enérgica!, , Ha sobrevivido 'dos meses á Salvador moriría , aiii ndole?. . No sé; dejemos al misterio el encanto vi iiiisleno; Kñ una composición bastante mala que hice no recrordo ruando , tuve la feliz ocurrencia de escribir este pensamiento: «Las almas nacen en la tumba» Y si en la tumba nacen, deben amar en el cielo ! ELGB>IO MADRID RUIZ. ■ — 191 < ta Í3 pojoííieu id fea fil ' OB eoi^íítófi gol áfi %r!u na 9b i m. 4 I (:\o habéis oido «u robar los «qpiiones del • quinoccro con impulso airado? ¿i\'- habéis visto los ni'¿rido> turbiones Ian7arie en su furor desatinado. ^ é inundar las tranquilas posesiones, 1 el cercado, la \'iñü, el fcrtil prado,