ACC "MANOLO" "A chufla lo toma la gente pero a mi me da pena y me cansa un respeto imponente" No me refiero, ni pretendo hablar de algún torero, futbolista o camarero, ni aun siquiera es betunero este Manolo de mi artículo. Se trata, de "Manolo el tonto". Si, ese pobre despojo de la humanidad, ese piltrajo repulsivo y baboso, a quien todo Guadix conoce; porque, es el "tonto del pueblo". No se por qué; solo en los altos juicios de Dios estará la razón, de que en todo pueblo, chico o grande pobre o fértil, tiene que haber por lo menos uno de esos miserables lisiados física y espiritualmente; en quienes recae el piso de ese inexorable oficio o cargo del "tonto del pueblo". El bufón, el payaso, el "hazmerreír" involuntario y perpetuo de niños.y mayores, mujeres y zagalas del lugar. En sus harapos lleva prendida la carcajada y en su semblante inexpresivo, el salivajo de la burla despiadada. {Pobres tontos del pueblo! Ni vosotros podréis salir de ese cieno miserable, ni yo hacer otra cosa que lamentaros. Allá va Manolo, calle adelante, con torpe bamboleo; en su andar arrastra su vida, si es que a lo suyo se puede llamar vida, por charcos y pedregosas cuestas, sobre unas piernas flacas y encorvadas, a las que ata con guitas, negras alpargatas de suela de goma y de barro. Calzones largos y muy anchos, que arruga prietamente a su cintura con una tomiza. Su camisa de algodón barato, cubre en verano su cuerpo endeble, y en invierno, un chaquetón sucio y andrajoso, con las hombreras caídas y los puños remangados que dicen a las claras, que "el difunto fué más grande". Su cabeza deforme, es cumbre expresiva de su inmensa desgracia. Pelos terrosos y erizados, frente deprimida y arrugada, como la de un viejo decrépito. aunque estoy casi seguro que aun no ha llegado, el infeliz Manolo a los treinta años. Su rostro, un desgarrador epitáfio, en el que no se vé alma por ninguna parte. A veces, dudo si la tendrá; pero sí la tiene que tener: es su único consuelo, su sola esperanza en un futuro mejor. Ojos extraviados y sanguinolentos, que nunca sé hacía donde miran y qué es lo que ven. Son como esos ojos que los chiquillos ponen a los monigotes que pintan con carbón en las paredes blancas, como los de un muñeco de trapo, mal hecho ¡Pobre Manolo! Todo en él es miseria, fealdad repulsiva y lástima. ¿Nunca la sonrisa cruzó por tus labios? ¿Y la tristeza, anida en tu alma? No sé, en su cara siempre vi la misma expresión de idiotez, de... nada. ¿Experimentas algún gozo cuando asustas a las mujeres, baboseando, entre labios esc piropo tuyo de "guapa"? ¿Es acaso sus corridas, o desaforados gritos lo que te agrada? Apenado en tu desgracia innata, veo que mucho te asemejas, a esos monos enjaulados que comen beben, gesticulan y espantan a las muchachas con posturas soeces. Si, como ellos, irresponsable y ajeno a tus acciones escandalosas e inmorales. A tí, de nada te sirven los consejos ni las amenazas. Para que, si no tienes conciencia de tus actos. Solo un asilo, señores de influencia y poder, un asilo parajesta vergüenza pública. Alii, donde la caridad y la paciencia cristiana le sobrelleven, sin ser el sangrante y eterno "tonto de pueblo"; hasta que Dios disponga de él, y saque de eso que intenta ser su cuerpo, el alma bella e inmortal que ahora duerme ajena por completo de esa vida infrahumana, que el desgraciado Manolo, arrastra con su endeble sombra por las calles y plazas de Guadix. No pretendo herir la susceptibilidad de nadie, solo me mueve un fin humanitario y social. Sergio-ANTONIO. MEDITACIÓN El pasado Domingo día trece, recibía cristiana sepultura el cuerpo de Antonio Ratia Aranda, hombre de bien, trabajador humilde, que tuvo uña gran pasión en su vida, la devoción a la Virgen de las Angustias. Plutarco en sus vidas Paralelas, nos presenta una serie de biografías de grandes hombres, separados en el tiempo y en el espacio y en los que encuentra una comparación o comunidad de modo, de fin o de destino. Esa nota comparativa entre dos vidas, más que comparativa de semejanza, se ha dado en dos hombres de nuestro pueblo; los dos, partiendo de un mismo punto se han separado total y absolutamente en la forma de concebirlo, y tan radical y absoluta fué su separación que, por extraña paradoja, vinieron a coincidir totalmente en su final, tan totalmente separados por años, ambos recibieron sepultura el mismo día. En la vida de Antonio Ratia, — todos lo conocimos mejor por Animas, — hubo una gran pasión, pasión de amor y devoción a su Virgen, la Virgen de las Angustias. En aquellos dias aciagos en que las pasiones, desatadas bajo la capa y pretexto de la política, nos conducían aceleradamente al horroroso abismo de la Guerra Civil, Animas, intuyendo un peligro, montó una guardia casi permanente ante la imagen de su Virgen; con un abandono total de su trajo, de sa casa, de su familia. Animas junto con otros meritorios aceítanos velaba a su Patrona y, [hay sí le hubiesen prestado atención! Si hubiesen seguido sus consejos, aquella maravillosa imágen de nuestros primeros y balbucientes rezos no se habría destruido nunca. Vuelta la normalidad, pasados aquellos tristes años, volvimos a ver a Animas con su corpachón grande y su cara noble de hombre bueno, acompañando a su Virgen, otra, pero la misma, al pié de su trono dirigiendo a sus HorquiUeros en el paseo triunfal que una vez al año da la Madre por nuestras calles recogiendo las lágrimas y oraciones de su pueblo. Y un día entre los días, el Señor llamó a Animas a El, y con una postrera invocación a su Virgen entregó su alma al Creador. Torcuato Franco, — Cato Franco — tuvo también su gran pasión, y como pasión puede ser de amor y también de odio, él tuvo pasión de odio, por la misma que a Animas inspiró pasión de amor, la Virgen de las Angustias. Criado al lado de Ella, trabajando casi siempre para ella en su oficio de carpintero, por esos extraños enigmas que se desarrollan a veces en los hombres, aquel constante estar cerca de Ella que debió convertirse en amor, derivó en odio; odio soterrado, oculto, y por ello más virulento; odio I (Pasa a la página 7)