ACC Solo he tenido ojos, en mi estancia en Guadix, para la Virgen de las Angustias, nos dice DON EU- • SEBIO CAÑAS CHECA D. Eusebio Cañas Checa, nuestro flaniante paisano, enamorado como pocos de su terruño, por el que siente gran añoranza, y en la actualidad en Córdoba, de donde es Director de la Prisión Provincial, ha permanecido estos dias con nosotros para presenciar las fiestas de Nuestra Patrona. No podíamos silenciar su presencia en Guadix y por eso lepreguntamos: — ¿Contento en Guadix nuevamente? — Hombre, eso ni se pregunta, pues créalo, que demoro y con gusto cuanto puedo por marcharme de esta bendita tierra, aunque imperativos del deber me obliga a ello. — ¿Como ve en la actualidad a nuestro pueblo? — Superándose, poco a poco, que ya es bastante. —¿Le aprecia algún defecto crónico? — No he venido a Guadix a eso, pues solamente he tenido ojos para la Virgen de las Angustias, a la que quiero y adoro como el que más de nuestro pueblo. — No obstante ¿eral cree que es la necesidad más apremiante de nuestra Ciudad? — Sin duda alguna, el agua. — ¿Que es lo que más le gustó durante su corta estancia en esta? — La procesión de la Patrona, pues me impresionó el fervor de los paisanos y el silencio tan extraordinario que había en todo el desfile, interrumpido claro está, por los soberbios cohetazos, que a su manera tanto dicen en nuestro sentir hacia Ella. — ¿Como poeta y escritor que Vd. es, no dejará de mandar su colaboración a Acci? — Eso ni pensarlo, pues ya habrán visto Vds, que siempre que puedo. Ies envió algún trabajito, cosa que hago cen la mayor de las satisfacciones. — ¿Tiene escritas muchas poesías? — infinidad, pues en la guerra en que mandaba el grupo de Prensa y propaganda en el sector de! frente de Córdoba, había veces en que hasta confeccionaba tres y cuatro diarias, casi todas ellas patrióticas. (Empieza a recitarnos algunas y la sorpresa grande para nosotros es ver que si magnífico poeta es D. Eusebio, no se queda atrás como recitador, pues lo hace de manera perfecta. — ¿En qué periódicos locales colaboró además de Acci? — En la Patria Chica y en el Corregidor. — ¿Alguna anécdota? — El domingo cuando estaba presenciando el fútbol entre el Guardia de Franco de Córdoba y el Guadix, con los amigos que estaba, charlaba acerca de Córdoba; al lado nuestro había un espectador que no me miraba con buena cara, pero al observar que yo alentaba a los de aquí, se volvió muy serio y me dijo— ¿pero Vd. de donde es? — a lo que le respondí, tan "Cato" como Vd. o más, "amigo". —¿Vendrá pronto por aquí? — Ese sería mi deseo, pero va a ser imposible. Me han dicho que la Semana Santa es maravillosa y me gustaría dar una escapada. — Pues ánimo D. Eusebio que ya sabe siempre gusta tener en Guadix aunque solo sea por poquitas horas a personas tan competentes como Vd. INSTANTANEA A mi madre amantísima la Virgen de las Angustias. Traigo los ojos rendidos de tanto mirar tu cara. Las esquinas de las calles me sirvieron de ventanas, para anegarme en la fuente de tu belleza y tu gracia. ¡Que triste vas. Madre raía,! pero en lo triste jque guapa! La catedral te dió paso en la noche, tibia y clara, con escolta de luceros y honienajg á¿ nlegarias. jDe tu belleza, Señora, se llenó toda ia nlaza! Todo tu pu :b¡o Contigo porque, en tu redor, se enlaza desde que la vida empieza has la que la vid-a falta. ¡Cu-.nto nos dice tu Nombre y como en nosotros cala! Te vi de nuevo mil veces, — Tíecida sobre la" cridas que perfaban horqmlleros con trajes negros, de gala;— al encender, con tu encanto, los contornos de la Plaza, al aparecer, radiante, por sobre ¡a Calle Ancha; al cruzar San Antoñico, al subir por la baranda que llega a la Bovedilla; sobre ¡a calle, cruzada por tantos y tantos pasos hacia tu vieja me rada. ¡Vieja calle de la Gloria, con perfiles de embajada, rosario de tantos ruegos, senda de tantas plegarias donde surcos de renuncias abren fruto di; esperanzas! Y isobre todo! te vi a las puertas de tu Casa. ¡Casa humilde de San Diego nunca, por nadie igualada, conde tu vives, Señera, llena de belleza y gracia.! Te seguí por donde ibas, por tantas calles y plazas, cuyos contornos — perdidos por ausencias obligadas — se hicieron carne de nuevo en mi vida y mi alma. Fijé mis ojos en Ti, con tal fijeza y tal gana, que vienen, como rendidos, de tanto mirar tu cara. [Que triste vas. Madre mial pero, en lo triste que, ¡que guapa! Tu pueblo fundido en Ti bajo la noche estrellada La luna dándote escolta con sus reflejos de plata. Allá, en alto, los cohetes que deslizan su plegaria en la rosa de los vientos hacia todas las distancias.! Guadix Contigo, Señora, y Tu, con el, en su guarda. _ Eusebio CAÑAS,