SEMANARIO IN DEPENDI KNTE, DEFENSOR DE LOS INTERESES GENERALES DE CABRA Y SU DISTRITO. m i l¡ PRECIOS DE SUSCIiirOION ü En CABRA, un mes O'óO ptas. Fuera, tri- :: i| mestrc, 2'00. Semestr i I No se devuelven Redacción, Administración e Imprenta, j: SE PUBLICA LOS DOMINGOS 1. ttii • ■ . , ^ ira ai íes 0'50 ptas. Fuera, tri- :: Juan Ulloa, 44, donde se dirigirá toda la co- ,1 [\ 1101,21 i-e, 3'50. Un año, 6. ' nt,U,...' i W'A 5i L/0^ /i«¡ íuíó í i rrospondencia. Todos los autores serán res- || en los originales. N^ftll * 00 A-80Sl0 a(' V^fj^ f i ponsables de sus escritos. ¡1 Este es otro problema que como el del agua, de que tratamos en el número anterior está, por así decirlo, puesto sobre el tapete. El contrato de abastecimiento para el alumbrado público de la población tocará a su término en plazo breve y, hasta ahora, no sabemos que nuestro ilustre Ayuntamiento se haya preocupado en estudiar la manera de realizar este servicio al expirar el contrato vigente; y como este es asunto que afecta de una parte al interés de los consumidores, de otra al Ayuntamiento y de otra a la empresa que de larga fecha viene suministrando el fluido eléctrico para el alumbrado general, parécenos que siendo como son igualmente respetables todos estos intereses, vale la pena de que no se pierda tiempo en empezar el estudio del problema para buscar una solución armónica que pueda plantearse al término del concierto existente. La iniciativa para alcanzar este resultado corresponde de derecho al alcalde auxiliado por el Ayuntamiento que preside y nosotros, por hoy, nos limitamos a rogarle, respetuosamente, que la tome. No tenía la dicha (que tal la considero) de que mis ojos, al aburrirse por vez primera, fuesen impresionados por la luz potente y vivísima que el padre Sol derrama complacido y amoroso sobre la antigua Égabro, la coquetoua Cabra: carezco por lo tanto de derecho para contarme ontre el número de sus hijos y sin embargo, para mí tiene todo el respeto, todo el cariño, y todas las atenciques que a una madre se deben. Y es que, allá en lo más escondido de mi cor, razón, en los pliegues y dobleces más profundos de mi alma, donde las afecciones puras y los sentimientos desinteresados encuentran su mejor albergue, tengo yo un altarito ante el que celebro culto constante y sobre el que aparece radiante, deslumbradora, simpatiquísima, la Imagen del pueblo de mis amores, donde nacieron los míos, en el que pasé los mejores días de mi vida, y donde, cuando mi hora suene, quisiera dormir el sueño del que no se despierta nunca. Ya tenéis pues, explicado el porqué acudo al llamamiento hecho por LA OPINIÓN a los hijos de ese pueblo, para que den su parecer acerca de la mejor manera de repoblar los alrededores de la Ermita de la Virgen do la Sierra. El mió vale muy poco, pero como seguramen¬ te no será el único y ha de haberlos de gran valor, entre todos quizás podamos resolver el pioblema y contribuir a realizar una idea grandemente simpática y educadora. Vaya por delante mi granito de arena. El pensamiento de repoblar los alrededores de ía Ermita no es un imposible, pero tampoco resulta de ejecución extremadamente lácil. Se trata de un punto de 1223 metros de al- 1 titud, es decir que está situado dentro de la zona a la que ya son muy limitadas las especies arbóreas que suben. Y las que llegan a escalar esas alturas son todas de crecimiento lento, por lo que rió es posible pensar en convertir rápidamente aquellos pelados lugares, en arboleda que preste fresca y deleitosa sombra a los romeros que a visitar la Virgen acudan. El primer problema a resolveres por consiguiente el de la elección de especie. Para mí, fundado no solamente en lo que los tratadistas forestales aconsejan, sino en lo que la experiencia (que suele ser el mejor de todos los técnicos) me ha enseñado, esa no es ni puede ser otra que el fino laricio, vulgarmente conocido con el nombre de salgareño, Tenemos por lo tanto, especie; vamos a ver el modo de llevarla, si vale la palabra, al sitio que tratamos de repoblar. Dos procedimientos pueden emplearse para ello: de siembra uno y de plantación el otro. Eii cuanto al primero no lo aconsejo en modo alguno. Requiere labores mayores para la preparación del terreno, y una vez ^nacidas las plantas, en altitudes como la del punto que nos ocupa, sufren tanto, en invierno por las heladas y en verano por la fuerza del sol, que arrastrarían una vida miserable o perecerían casi todas. Descartado este procedimiento nos queda el de plantación que es .el verdaderamente indicado y que puede hacerse de tres maneras: bien trayendo las plantas de algún vivero comercial o del Estado (cosa esta última que yo me ofrezco a gestionar), creando un pequeño semillero en las inmediaciones de la Ermita o haciendo la plantación por macetas. El traer las plantas de fuera, tiene inconvenientes muy graves. El frío es extivmadamente delicado y requiere que la planta vaya al hoyo donde debe colocarse, con su raíz central o nabo, íntegra. Es decir, que si a esta raíz se la troncha o maltrata, por poco que sea, hay la completa seguridad de que el individuo morirá. Imagínense pues, si es fácil que soporten en buenas condiciones y por bien preparadas que vengan, un viaje en tren, primero y en caballería después. En cambio el establecer un vivero en punto cercano a la Ermita, que bien pudiera ser la «Fuente de la Viñuela> supiime todos esos inconvenientes y proporciona las ventajas no despreciables de que las plantas estarían fuera de la tierra el menor tie, upo posible y que criadas en terreno semejante al en que han de vegetar de asiento, la crisis del trasplante resultaría muy aminorada para ellas. Por si se elige este sistema, a continuación doy los datos más indispensables, sobre él, • Desde luego el vivero debe hacerse de cabida proporcionada a la superficie a repoblar Para ésto, basta tener en cuenta que un metro cuadrado de vivero útil, es decir, descontados los caballones puede proporcionar 250 plantas en condiciones de transporte, y que los hoyos para éste deben hacerse dejando entre cada dos de ellos una distancia de un metro, tanto en s