SEMANARIO INDEPENDIENTE' DEFENSOR DE LOS INTERESES GENERALES DE CABRA Y SU DISTRITO riilíCIOá Dlí SUS01UCIOM : En CABRA, un raes 0*50 ptas Fuem , tri- : mestre, 2 00 Semestre, S'50, Un año, (5 I No se. devuelven los ojiffinales : SE PUBLICA LOS DOMINGOS Redacción, Administración e Imprenta, ¡j: i: Juan Ulloa, 44, donde se dirigirá toda la co- || I Cabra 26 de Noviembre de 1916 1| ^Z^Z^^'^ 11 LA FIESTA DEL DIVINO ARTE BÍCJI puede decirse que la fiesta musical de más resonancia en este nuestro pueblo es la que ese puñado de fervorosos artistas que componen el Centro Filarmónico dedican a su gloriosa Patrona, la mártir Santa Cecilia, anualmente. •El 22 de Noviembre es aquí. un día de gloria; asi, un día de gloria, porque ¿no es la música la que mejor sabe alegrar nuestro espíritu, embriagar nuestra alma transportándola a lo infinito? ¿No es la música la que tan magamente sabe tocar las fibras de nuestro corazón? . Pues al día en que se celebran unas fiestas en honor de una Santa que a la par fué artista, al día en que SÍ rinde, por entero, culto al Divino Ai te, le llamo yo glorioso; no siempre se le va a dar este último título al en que se verifican las batallas guerreras donde los hombres mueren a puñados. » * * — Con recado del Director, que si no aligera V., se queda en tierra — llegó el botones de la Redacción diciéndome. Como si una sacudida eléctrica me hubiera recorrido el cuerpo, en men )S de dos minutos me eché el nudo de la corbata, me calé los puños, el sombrero... más de veinte cosas que aún me quedaban por hacer, quedaron solventadas. ¡Aquí me iba a quedar yo! — Caramba, Duende — me dijo don Felipe queriendo contener la risa que le produjo el verme llegar medio asfixiado, — por poco si le tenernos que dejar en tierra. Nuestro Director, el Presidente del Centro, el maestro Moral y yo ocupamos el magnifico auto del P. Millán, de este generoso cura que sin ser egabrense tan solicito está siempre a coadjuvar con sus intereses y con su persona al engrandecimiento de nuestra chica patria. Trepida el motor... pónese en marcha el vehículo y una vez que pasamos las calles que conducen a la carretera de Aguilar, vue;a. El ronco vibrar de la sirena eléctrica se confunde con el chapoteo del agua al caer sobre la carretera... la casilla de los peones camineros... el puente de la Benita... Monturque... todo quedaatrás casi fantásticamente. Yo, a pesar de la enorme velocidad conque caminamos, voy tranquilo; el chaufeuiy que es un gran maestro, sabia que no daba su vida Por muchos millones... la Membiilla... Estamos en Aguilar, punto donde h-tbiamosde recibir al eximio Canónigo y devoto Director honorario del Centro D. PedroGuilIamet y Coma, que gustosamente acce lía a la invitación de dirigir la magnificalmisa] polifónica del gran músico vascongado Goicoechea, que al día siguiente iba; abantar el cuadro artístico del Centro en la función a su Patrona Santa Cecilia. E! auto y el tren en que venía el señor Guíllamet, coincidieron al llegar a la estación. Los salu los de rúbrica y al coche nuevamente. El mismo tiempo, y entre un verladero diluvio, tardam )s en regresar, sin el más leve inci lente. ¡Qué lástima, que el día fuera lluvioso! * * * Unavezqui hubimos descansado, nuestro Director, en cuya casa se hos peda don Pvjdro Guil'amet, invitó a comer con él a los señores D. Felipe Solís, Presidente del Centro, Vice, D. Ma nuel González, don Pedroj.Vlillan, don Francisco Moral y un servidor. La comida que fué muy suculenta y espléndida, cosa característica en don Manuel Mora (conste que no es porque me convidaron, sino porque en realidad asi resultó), estuvo amenizada con la amena charla de los PP. Guíllamet y Millán. A los postres llegó el Arcipreste D. Andrés Caravaca. Después el Sr. González nos invitó a que escucháramos una sesión de la magnifica pianola que poi iniciativa suya ha adquirido^el R. Colegio. Había oído yo elogiar grandemente este instrumento, pero jamas lo creía obra tan grande, tan estupenda. Si el Sr. González no hiciera más por el R. Colegio (que estoy, seguro, que así no suceda) ya es bastante para dejar honda huella de su paso por la Dirección de nuestro primer Centro docente. Supe por labios de él, que durante las comidas y horas de recreo, dos alumnos adiestrados ya en el manejo de la pianola, daban sesiones, tocándose música clásica. ¡Hay obra más educativa que esta de infiltrar en los corazones de la colegiatura las obras de los excelsos dioses del arte Divino! ¡Oh, después de oír una rapsodia de Litz o una sinfonía beethoviana, el colegial no puede por menos que pensar en estuJiar, en ser grande/ Las obras que oímos fueron: la gran Polonesa de Sopen; del maestro Beethoven la Sonata patética y la quinta sinfonía completa, llamándonos poderosamente la atención la limpieza y brillantez con que expresó el scherzo; parte de la ópera Norma, los bailables de Gioconda; la Rapsodia húngara de Litz y como último, la Dolores. Gratamente emocionados salimos del Real Colegio y a buen seguro que hasta bien entrada la noche y ya con el sueño se nos hubiera podido acabar la alegría, si los aguaceros que a cada instante caían no deslucen la velada qu^ se preparó. El ensayo general, dirigido por el señor Guíllamet, resultó grandioso. Vicronse, nuevamente, los progresos del cuadro artístico y la labor del incansable maestro Moral. Digno de ser cantado por la lira de Virgilio era el cuadro que a nuestra v.sta se presentaba: Artistas, obreros^ hombres que durante todo el día habían tenido que trabajar para ganarse ei sustento.habíanse robado una noche y otra necesarias horas de descanso pai a ensayar la hermosa misa, para sostener y acrecentar la gloiia del que es para ellos una parte de su vida e-pi'itual. Digno, merecedor de todo elogio es el cuadro artístico de! Centro, de apoyo, de alabanza, porque hoy es nuestro mayor orgul.o. * * * Y amaneció el ansiado día 22. Cuando los primeros cohetes anunciaban la convocatoria, yo saboreaba ya en el salón de lectura de la casa social una tasa del exquisito café que tan admirablemente sabe hacer el laborioso repostero Juanito. A las 9 y media se organizó la comitiva al frente de lo cual iba la banda de música y la laureada bandera. Después de recoger al predicador, Presidente, Arcipreste, Alcalde, al señor Guíllamet, Vicepresidente y otros invitados, llegamos a la Parroquia de Santo Domingo, en cuyo altar Mayor se hallaba colocada la Santa homenajeada. Una concurrencia distinguida invadía la nave central de tan hermoso templo. La presidencia del aprisco la ocupó el digno Alcalde señor Pérez Arroyo y con él, el Párroco de la Igle. sia, el Presidente don Felipe Solís, el Vice don Manuel González, el señor Registrador de la propiedad don Claudio Delgado, el Notario D. Vicente Tézanos, el Secretario D. José Mellado y el Director de este periódico, recordando ver en los escaños que seguían, a D. Joaquín Cañero, don Santiago Delgado, D Miguel López, D. Venancio Ruiz, don Antonio Oitiz Prieto, don Eduardo Moran, D. Rafael Lama Leña, don Alfredo Hurtado Rodríguez y otros. Cantó la misa el sabio Arcipreste de estas Iglesias don Andrés Caravaca, actuando de diácono y subdiácono, los Presbíteros don Eduardo Povedano y don Miguel García Redondo. La misa no es la primera vez que se escuchaba, pues ya en otras ocasiones se ha cantado. Toda la partitura es de una grandiosidad rayana en lo sublime y sobre todo el credo y el cruxíficit; el público cada día siente más afición por la música polifónica, la música, a nuestro pobre juicio de más gusto y más apropiada para el templo. Huelga decir que los artistas estuvieron a una gran altura; que la dirección fué magnífica, mostrándosenos de nuevo el Sr. Guillamet como soberbio cantante. El tenor Sr. Lama, como siempre, colosal. También hemos de citar aquí al distinguido alumno del R. Colegio D. Bartolomé Casalílla que con su voz de consumado barítono contribuyó al mayor éxito de la obra. Del Sr. Moral diremos que con sobrado motivo le rebosaría el orgullo al ver realizados sus deseos y desvelos en los éxitos del cuadro artístico del Centro, que tan admirablemente le sabe secundar. El Presbítero don Florentino Fernández Blanco tuvo a su cargo el sermón de la fiesta. Una vez terminada ésta, todos los asistentes pasaron al Centro donde fueron obsequiados con un lunch espléndido. Como el local no se adaptaba a que todos estuvieran sentados a una misma mesa, hubo varias, en la planta baja y alta. En esta última estaba la gente joven Allí hubo discursos, brindis, vivas, burras y demás. El saladísimo Thales improvisó unos versos muy suyos y muy graciosos, habló sn tono patético su poquito también, usaron de la palabra Juanito Mora, el chispeante, Tomás Luque, D. Joaquín Cañero, el fervoroso centrista Lobato, don Antonio Ortiz y hasta yo me sentí orador. Por último y ante la insistencia de los congregados usó de la palabra el Presidente Sr. Solís quien en tono sencillo y elocuente^pintó las vicisitudes de! Centro pidiendo a todos que persistieran en apoyar lo que él calificaba una verdadera necesidad para la grandeza del pueblo que todos tanto queremos.También brindó el maestro Moral por la salud de los congregados y por la larga vida de la sociedad.