Con censura eclesiástica OPINION LJ. FRANQUEO CONCERTADO I SEMANARIO IND¿PEND1ENTE DEFENSOR DE LOS INTERESES OENERALEi DE CABRA Y SU DISTRITO PRECIOS DE SUSCRIPCION 4l\fl X\I ^ En CABRA, un mesO'SOptas. Fuera tri- l\ • ;*1 [[ inestre. 2'00 Semestre, 3 50. Un año, 6 sf No se devuelven los originales SE PUBLICA LOS DOMINGOS Cabra 27 de Noviembre 1932 íl Redacción. Administración e Imprenta, || íí Juan Ulloa, 44, donde se dirigirá toda la co- n |07I í | rrespondencia Todos los autores serán res- || |i ponsablesde sus escritos || TRADICIONES Y LEYENDAS DE JAEN El Lagarto Jaenero Fuera de los límites del antiguo Santo Reino, la fama, en sus invisibles alas, ha transportado a todos los ámbitos peninsulares la tradición popular del lagarto de Jaén. Es posible que muchos españoles, ni lectores ni viajeros, no conozcan de la típica capital andaluza más que esta leyenda y acaso, también, que posee un hermoso monumento, su artística Catedral. A pesar de que los libros históricos se ocupan de la narración, recogiéndola de pasadas centurias, en realidad, en la ciudad aborigen de la misma, la Gcen de los árabes, se perpetúa mejoren forma oral, que se trasmite de padres a hijos, conservando así, más pura, su fragancia legendaria. La tradición se remonta a los tiempos medievales, en que se dice apareció el lagarto por la gran abertura que alumbraba el raudal de la Magdalena, en la roca hendida de las estribaciones del cerro, que corona el viejo castillo, por donde corría, saltarín y abundan te, el rico manantial. Para que llamara la atención y se forjara la leyenda, este reptil del orden de los saurios sería de un tamaño voluminoso, engendrando asombro por su extraordinaria corpulencia y pavor por su ferocidad, o bien fué dragón o sierpe. Tres son los relatos que cuentan su muerte, variantes o modificaciones que el pueblo introduce, al correr de los siglos, en todos los hechos que poetiza la leyenda. La población se hallaba atemorizada con el monstruo, que tenía su cubil en el mismo nacimiento del agua de la Magdalena y discurría los medios de librarse del extraño animal, hasta que un bizarro guerrero, de probado valor, se comprometió a ello. Con serenidad y vestido de espejos esperó a la salida de la hendidura y al aparecer el ser monstruoso quedó deslumhrado, por reverberar la luz sobre las plateadas lunas que formaban el original equipo, momento que aprovechó el guerrero para atravesarlo con su acero toledano. Así explicada, la narración es digna de figurar en un cantar de gesta y puede considerarse como uno de los hechos memorables de algún héroe caballeresco. Más tarde, otro «Caballero de los Espejos» había de sostener singular combate con el «Primer Caballero Español», según nos refie re la inmortal novela cervantina. Otra modalidad narrativa: era tal el pánico que se había apoderado de la capital giennense, por los estragos que causaba el lagarto, dragón o sierpe, que se hizo pública la oferta de grandes recompensas al que lograra acabar con su vida, que sembraba la desolación y el espanto. Un cautivo, despreciando el oro y a cambio sólo de su libertad, que le era más querida, se ofreció a dar muerte a la fiera, y por sorpresa, hábilmente preparada, consiguió su objeto. Esta forma expositiva marca el influjo cristiano en la noble empresa de redención de cautivos. De ahí el arriesgar la vida en lucha peligrosa y difícil, para llegar a conquistar la libertad, abandonando para siempre las tenebreces de la prisión o la lóbrega mazmorra donde sufría el cautiverio. Y el tercero y último relato: el lagarto o sierpe diezmaba los ganados; su voracidad la aplacaba después de ingerir diariamente, varias tiernas ovejuelas o inocentes corderinos. Cansado de estas «hazañas», un pastor, joven apuesto, de rústicos principios, aunque de natural ingenio, concibió el poner al alcance de la fiera una piel de cordero, llena de materiales incandescentes. Al lagarto agradó el presente y al engullirlo, se abrasó las entrañas y reventó, dando un estallido formidable. Era su última mueca de horror, la postrera señal de espanto, que tenía contristados los ánimos. Esta versión es con la que más encariñado se halla el pueblo; la que ingenuamente narra, pareciéndole la más admisible, por ser la más sencilla, aunque no posea alardes de fantasía y que el hecho en sí carezca de verosimilitud. Pero es una de tantas ilusiones bellas, que constituyen una gran parte del patrimonio popular. Por vez primera aparece un testimonio escrito de la tradición expuesta en la obra del historiador, soldado, viajero y sacerdote, que todo eso fué durante su vida curiosa y Banco Español de Mío Capital: 100.000.000 de Pías. - Reservas: 54.960 329 Pías. Casa Central en MADRID ^ Alcalá, 14 y Sevilla, 3 y 5 OPERACIONES QUE REALIZA: Cuentas corrientes. — Consignaciones a vencimiento fijo. — Descuentos y negociaciones de letras sobre España y Extranjero. — Cesión de giros. — Compra y venta de valores. — Custodia de valores. — Cobro de cupones y dividendos. — Cartas de crédito sencillas y circulares para viaje. — Cuentas de crédito con garantía de valores. — Cuentas de crédito con garantía de especies. CAJA DE AHORROS. -Intereses que abona 4 % anual Sucursal de CABRA • JUftN UCLOft, 19 anecdótica, don Pedro Ordóñcz de Cevallos, y no publicada por su autor, sino por el maestro Bartolomé Ximénez Patón, que le cambió el título primitivo por el de «Antigua y continuada nobleza de Jaén», y borró el nombre de Ordóñez sustituyéndole por el suyo, en rasgo de probidad y modestia, y así salió de los tórculos de Pedro de la Cuesta en 1628. Se dice en la mencionada obra que en la fábrica «de calicanto» , hecha para cubrir el manantial de la Magdalena, entre otras pinturas, existía la de un pastor que está poniendo un corderillo a una sierpe. Y recoge la narración más popular: «Un pastor dió en pensar una industria conque acabase con ella y al fin la halló y fué que desoyó un cordero cerrado, dexándole los extremos y llenóle de yesca, ensangrentando la piel, porque pareciese cordero muerto y pegado fuego a la yesca dió un silvo y se apartó. Salió la sierpe, engullóse el cordero fingido, la yesca le abrasó las entrañas y le hizo reventar, con lo cual cesó el peligro y se celebró la memoria del industrioso pastor, pues hoy dura pintada en la fábrica de la fuente». Como este hecho, transcrito en el primer tercio del siglo XVII, tiene su origen en la alta Edad Media, comprobado por el simple examen topográfico del lugar en que acaeció, y antes de la conquista de Jaén por las tropas cristianas, es seguro fuera forjado por la viva imaginación meridional y perdido en la bruma de lo fabuloso, hasta que en el decurso de las centurias fué adquiriendo su forma actual. Al ocupar Jaén el santo y conquistador monarca Fernando III, trasladó a ella, en 1249, la silla episcopal, que antes tuvo su sede en Baeza, y según Martín de Ximena Jurado en su «Catálogo de los Obispos de las Iglesias Catedrales de la Diócesis de Jaén y Anales Eclesiásticos de este Obispado», impreso en 1654, los Prelados conservaron en su blasonado sello la imagen del Arzobispo de Toledo San Ildefonso, que había sido el distintivo heráldico de los Obispos baezanos y le añadieron «una sierpe o dragón puesta a sus pies, que representa, como es notorio, a la misma ciudad de Jaén, que la forma de su planta es un dragón con sus alas y garras, enroscado y tendido en una peña». También la Catedral de Jaén puso en su escudo la imagen de la Virgen y debajo al dragón o animal alado sobre la peña y las torres, representando la topografía de la ciudad y las defensas que contaba. Del examen de láminas y grabados antiguos se aprecia que la figura del dragón es la que ofrecía el perímetro urbano de Jaén, circundado entonces de murallas. Tales son los dos aspectos, el tradicional y el histórico, que aparecen en torno al lagarto jaenero. El pueblo guarda el primero, que más le satisface, rememorando la celebridad del dragón; los libros conservan el segundo, aludiendo a la figura de la ciudad. Es posible que de esta semejanza surgiese la existencia mítica del lagarto. Manuel Nozas Mesa CIRUJANO - DENTISTA San Martín, 29 — CABRA Consultas y operaciones todos los días de labor