, OlílASí'S ' id Qi ÍBlTr 8 (^v^CÍOtíuiig ÍTUM. 5. inifeliciclüd M verosá vosotros ffllces. ^'u estoy «lispoesto á sacnficarme si ■ hMiiUBStras que una nifia de ilira y «^«ñ«f piKíde ser dichosa nuiéndose ■á «trliomOce de- cuarenta, -con asma, .-gota ú otro alifafe parecido, cuando •«Ha esté Mi la plenitud de la vida y de álas pasiones. '$04 crees que *p6t huir de un peligro du loso y reinólo vamos á dar evi, . •de.ntcm mte-eu otro peligro imnedirtto -é lÉ pos-ibie (te conjurar? Lo ,conocidos. lu^g-o. lo que me dice la mujer de -mi amigo Bobillo; — ¡Qué necesidad fíienes tú de casarte? ¿Qué vas á ga «ar?., Prog-uuta. pregunta á tu mis rno hermano Leopoldo cómo le vá des <>; y es 'tan malí la composioión y está tegida con tantis-iaeoberenoias, y, tan vreñida coa la madre retóricH y su 80•brma la sintaxis, que no nos eznii^ •mos como el simpático, colega local •viia podido publicar, que aparte la mala sombra que tiene -y lo trillado vdel asunto, pesa sobre el todo el mal gusto de una -forína .iu correcta y poco menos ranl ejeentada que los romances de ciego, ¡Aht ¡ya quisiera (.para sí el anónimo autor de repetida composición, la ingenuidad y casi gracia del individuo- qu» ha relatado ■en verso el crimen de la calle de Tudescos en Madrid. Bueno, que conste que nuestros •versos. son peores, pf.ro esto no empece para q,ne dejo de parecer nos de calidad ínfima el trabajo "Los Automóviles» ni para que nosotros seamos unos críticos que aunque de -tres ,á la perra, uo podemos embucharnos semejantes untenta ios al gusto, á la buena sombra, á la literatura y al pacienta lector que cree leer algo edifiy so encuentra con aquello de haciéndose diez etc.„ ¡'.\>,iio gracioso! La direccibn do esíe psribdico, deseosa de presanhr hsus lectores las novedades sensacionales de -ía literatura contemporánea, no ha vacilado en hacer cuantiososgastos hasta conseguir autorización de! genial novelista japonés KITMWAK!lA/para traducir su obra LAS m que el diario americano "New- York Herald, ha pagado á libra esterlina por linea. Damos estos datos á nuestros lectores para que vean que se trata de una obra de las que entran pocas en libra. LAS [osas aventara! ti mmm han sido traducidas, ya al polaco, al griego, al ruso, al chino y ahora va á serlo a! andaluz por el académico Samuel Kiiikas agregado á la Embajada Indo-China. . - regalará á sus lectores unas tapas ó medias suelas para encuadernar ia obra completa, que par lo sensacional y ameno de su estilo y maravillosos episodios, será un acontecimiento literario. San Pedro Atávico. La revolución desde arriba que el •celebre hombre de las frases nos preconizó un día, no ha de ser ciertamente un hecho; antes al contrario, surgirá desde abajo en donde seguramente ha de encontrar base sólida y potente en las masas hoy difusas é inertes del intelectualismo que asediadas por su propia apatía se verán precisadas á formar un compacto bloque, para deienderse de. las recias acometidas con -que se las pretende despojar hasta del derecho á la vida, á que por institución -Divina son acreedores hasta los irracionales. La prensa entera ha comentado estos días censurando con demasiada benevolencia, la labor de un consejero que, llevado de su espíritu reformador .tal vez demasiado altruista, ha querido dignificar el Magisterio en su más modesta esfera para colocarlo sin duda alguna á la altura á que lo han elevado las naciones que por su amor á la enseñanza primaria, base de toda cultura, marchan decididamente á la cabeza del mundo civilizado; mas no es este el resultado que por todos hubiese sido deseado dada la reforma en cuestión, que á más d*> descabellada puede calificarse de aicntatoria á la lógica. El Sr, San Pedro con la reforma que trata de introducir en la enseñanza (y que él considera provisional) ha dado un paso de raro atavismo, destruyendo de un plumazo la fructuosa labor que en pró de los sufridos apóstoles de la enseñanza se ha hecho en varios años; mas cuando .empezaba á vislumbrarse nuevo horizonte en el porvenir de los maestros trazado por los antecesores del 6";-. Sg* Pedro, éste, cual émulo del Josué que nos pinta la historia, viene, no á detener el sol en su carrera, sino á velar la luz de la Ciencia que en bien de la sociedad debe llevarse á inundar las pacientes inteligencias de los que han de ser mañana, postergando con su reforma la enseñanza, noble y humanitaria misión que Dios nos manda al decirnos en sus obras de misericordia: f Enáéñád al que no sabe.» El Sr. San Pedro no entiende así las cosas ó no quiere entenderlas que para el caso es lo mismo, y he ahí que la emprende sin piedad con los proletarios del Magisterio, reduciendo sus , haberes que hasta hoy se elevan á ]q. enorme suma de 500 pesetas anuales á la de 250 con cuya suma muy bien pueden ya los sufridos maestros á quienes á la tal reforma afecta, desplegar con celo toda su actividad y gastar todas sus energías en bien y provecho de la humanidad infantil que se les confia, porque para eso se les retribuye expléndidamente, señalándoles un sueldo ÚQ. setenta y ocho céntimos diarios cantidad harto suficiente para que con desahogo puedan atender á sus necesidades á cambio del cumplimiento exacto de sus deberes profesionales. Pero aún hay más, á estos modestos funcionarios á quienes el Conde de Romanones emancipó un día de su exclavitud consiguiendo con el • aplauso de todos que el Estado directamente les pagase, y ,nó los Ayunta.micntos, vuelven hoy en virtud, á. las ■nuevas reformas ser víctimas del caciquismo toda vez que los municipios sean los encargados de pagarles nue■ vamente y por tanto los desgraciados maestros á quienes alcanza la reforma verán la aflictiva situación de hace una decena de años -sirviendo de moía y siendo objeto del ridículo en •teatros y aúp en la sociedad, en la que ' se les presentaba como el prototipo de ■lo deshonrible y sinónimo del hambre. Estaobra de redención mal entendida - -■tendrán que agradecerla los interesados en ella al Sr. San Pedro que ha venido con sus reformas provisionales, á que provisionalmente tengan que cerrarse quizá el 50 por ciento de las escuelas, sin quepor su imaginación exhausta de ideas haya pasado siquiera aquella frase del gran Hugo: «Cada escuela que se abre cierra una prisión.» Y si de economía se trata, ha debido tener presente aquella otra del no menos ilustre Julio Simón. «El dinero que se gasta en la enseñanza, se economiza en las prisiones». ¿Qué, pues, se propone el Sr. S. Pedro con su reformas? Este es un problema enigmático de difícil solución dados los factores que lo integran, puede, desde luego considerarse como atentatorio á la raciomdídad, si bajo el punto dd vista legístico se mira; mas por otra parte precisa verlas llevar á la práctica, pues seguramente deben ser hijas de un fenómeno de somnolencia, y creemos que San Pedro volverá en sí, al ver detenidamente lo descabellado de su obra. ROOLANDO. • © <»^Cv- <3H^ <^H«> !^4S^ insiera. Quisiera que zafiros y brillantes tapizaran la tierra que tu pisas. Quisiera que neréidas deslumbrantes acataran tus órdenes sumisas. Qoisiera de topacios y rubíes un trono que la luna a'Jocelase, que en é! te cobijasen las hurU'S y que el mundoátus piautnspalpitase. Quisiera que las náyades y ondin: s salieran de ios lagos presurosos que en tus trenzas sublimes y divinas prendieran cien guirnal las primorosas. Quisiera que un abrazo prepotente tu alma con la mía se confundiera y quisiera el poder orníu potente de darte todo aquello que quisieras. Julio G deMONTILU. ® oHí+f- <5H82> -a^pio- -a*£!(i»-® ■ Oro maldito H'icía días que estaba triste, cabizbfijo, meditabundo... D/.ba sua paseitos solitarios por la ribera, bostezaba con frecuencia, y uomía sopa» de ajo por todo alimento. Síntomas eran estos sumameuta alarmantes, conatos indelebles de un parto próximo. No había duda; aquel hombre de mirada picaresca y tuna, así, de soslayo, pero picaresca, se había dado á la poesía y el parto era inminente. Yo le había preguntado varias veces que qué pensaba, que qué se hacia, y sonriendo maliciosamente mo contestaba en son profétiuo. — |Ya lo verás-1 Estaba picado de curiosidad; confieso mi dbbilidad; pero en esto de curioso me parezco á las mujeres. Por fin un día la vi saoiada... — ¡OhDiosas, venid á oonsolarle! — exclame lleno de regoeijo cuando una mañana se me presenta con lo» ojos de no haber dormido toda la noche, con cara de palo y frente sombreada por los agudos dolores del parto. —Amigo mío; esto para los dos— me dijo — y yó le respondí.