SEMANARIO INDEPENOIKNrB, DEPONSOR OE LOS INTERESES GrEN ER ALES DE CABRA Y SU DISTRITO. id iv :: riRBciqs DP susoRroto M 11 Kn CABRA, un mes 0'50 ptas Fuera, tri- t: II mestre. 2'0Ü Beaiestre, 3'50. Un año, 6 r No se devuelven los originales g| S£ PUBLICA LOS DOMINGOS Cabra 8 de Knoro do 1915. |Í Redacción. Adiuinistración e Imprenta, || Juan Ulloa, 44, donde se dirigirá toda la co- fl II rresponiencia Todos los autores serán res- || * t: ponsables de sus escritos |¡ Un año más Henos aquí, lectores queridos, en el cuarto año de nuestra vida, acogidos a la misma bandera que al venir a la palestra levantamos. ¿Ha sido provechosa nuestra labor? Vosotros habéis respondido con vuestra ayuda que sí, que obrábamos bien, que cumplíamos el fin para que fué fundado este semanario. Relatar una por una las obras que LA OPINIÓN ha llevado a cabo resultaría así como vanidoso, porque de tal puede calificarse aquel que alaba su labor. No; es misión esa de aquellos que han visto los cauces porque hemos girado. Vinimos a hacer patria y haciendo patria continuaremos. Como a todo aquel que un fin noble persigue, no dejan de salimos al paso quien pretenda desviar la nave que, atentos al bien público guiamos, queriendo, tal vez, que la prensa, llamada a ser medio de ilustración, de cultura y de progreso; tornárase en clarín de intrigas y rencillas, que son ías que enconan y dañan a los pueblos. Inmaculada y limpia, continúa y continuará la independencia que nos sirvió de base para nuestras campañas. Nada debemos ni menos esperamos de los partidos políticos que rigen- los destinos de nuestro querido pueblo, mereciéndonos todos iguales consideraciones y respetos. Las columnas de LA OPINIÓN han censurado, pero usando de la verdadera censura y no de la calumnia y el insulto, por , ser ese un lenguaje que no cuádra a los que piensan del modo nuestro. En estas columnas hemos aplaudido, haciendo justicia, sin distinción de matices ni alcurnias, cuando ha llegado el momento, cuando han creído los que mirando el bienestar patrio laboran desinteresadamente en ellas. Como empezamos, continuaremos, contando con la ayuda de Dios y con la de nuestros infinitos favorecedores, dentro de la misma independencia; sépanlo de una vez para siempre los que en balde quieren empujarnos por diferente rumbo. V ahora, feliz Año Nuevo. TUS LÁGRIMAS Yo ho visto tos ojos bellos por d->s lágrimas veladoi-: me pateciaton puñales por ioja sangre empañados. ' Senti un dolor en mi alma, un gran te-nb'orme agitaba, fué que en mi pecho, tu pena, ' los dos puñales clavaba. Senti una mano invisible que mi ga1 gante oprimía y sospeché en mi delirio que mi vida se extinguía. Senti una, fuerza arrancar de mi pecho, los puñales y salir por las heridas aiMiente sangre a raudales. En aquellos Jos aceros con que me hirieron tus penas, vi dos gotas en sus puntas, de la sangre de mis venas. Cuando me miras, comprendo lo que mi i'UHÓn soñara: que los mortales aceios son los ojos de tu cara, y las lagrimas aquellas que tus ojos empañaron, son las gotas de mi sangre que en los puñales quedaron. Diego Valera. Tetuán, 191 5. Muerte sentida -CUKNTO SUCKDIDO ¡I ! ' V..; El cartero...! ¡Genoveva Martínez! Buscar «una perra chica», bajar las escaleras como alma que lleva el diablo, fué un momento para la interesaba, que recogió >u carta con muestra inefable oe piacer. ¡Dios mió y lode cosas que le «.liria su gente»! ¡Qué alegría más grande! Porque conviene advertir que Genoveva era la sirvienta Je la casa, y separada be sU familia, estaba ansiosa, como es natural, de saber de los suyos. 11 ''' ■ — ¡Ay, Dios mió de mi alma y qué desgracia tan grande! ¡Qué pena. Virgen de los Dolores, qué pena¡ Porque, (-•qué haiia el pobrecito mió en er campo, en medio er campo y sólito? Sin un güin arma quizá, que le cruzara las manos y le cerrara los ojos. Tan regüeno como era y morir así, sin con¬ fesión ni ná. |Y lo que habrá sufrió! Porque yo m3 voy ahorita mismo a mi pueblo y quiera su Divina Magestá que lo vea siquiera en mi casa, aunque sea con la mortaja...! ¡Quién me iba a desi amil ¡Tan güeno como estaba! Tales lamentos traspaíaron el umbral de la cocina y como llegaron claros y preciaos hasta el salón, dice el amigo que me lo relató que peunaneció en é', por ver en lo que terminara el doloroso monólogo. La Caridad hizo una delegación en la señoiita de la casa, quien sensible a tan desgarradoras exclamaciones, llamó a Genoveva: —..•Qué le pasa a V.? ¿Porqué llora? — Porque a mi padre de mi alma le ha dao un dolo y ha muerto en medio er campo. — ¿Y cómo ha sido eso? ¡Vaya por Dios, mujer! — En esta carta lo trae. Dice que, yendo montao^n la burra por er campo, le dió un do'ó mu retegrande y murió. Y vuelta a llorar, con los ojos como dos pimientos de la Rioja, sin entregar la carta que arrugaba entre las manos. Dice mi amigo que oyó decir a la cocinera: — ¿Vas a almozá? — Yo, no, hija* ¿Estoy yo pa comé? La señorita volvió al poco rato a ver la determinación de la muchacha, pero queriendo convencerse de la desgracia, t'ató de conocer el contenido de la epir-tola. — A ver, déme V. la carta, quizás, su padre no habrá muerto... estará grave... — No, señora, no. Bien claro lo he leído, y como yo estoy medio loca de peña, yo voy a mi pueblo... Pero a donde fué e^aa su habitación con la misiva aprisionada cual una santa reliquia. La señorita respetó aquel dolor brusco y sincero y dijo para si: — ¡Que haga lo que quiera! III Genoveva lloró, arregló su modesto equipaje, se quedó sin almorzar, y sobre todw, estrujó contra su corazón la malhadada carta, mojándola de lágrimas y reduciéndola al estado de esponja de caucho, terminando, al cabo de una hora, por romper en una risa histérica y conmovedora. — Já, já, já. ¡Pero que gracia ha tenido esto! ¡Ay qué alegría tengo!- ¡Virgen de los Dolores, una misa, dos, tres... y es pi co! — Pero Genoveva, ¿qué es eso? —Pues mire V., señorita, ¿me promete V. que no lo va a decir? -¡¡...?? — Pues, bueno: he leído la carta otra vez y resulta que mi padre no ha muerto. ¡¡Es la burra!! -¡ÍI..-Ü1 —Lea V. — «y yendo tu padre montao en la burra por medio er campo, le dió un doló y murió sin podé llega ar pueb'o... Y sabrá que como tuvo que vení andando, llegó a casa mu tarde, pollo cuá es semesté mandes ocho duro pa mercá otra, porque ya sabes el avío que daba en casa, y ¡a farta que hace. » Dice mi amigo que tuvo que abandonar el salón. dosé Sta. Cruz v Sta. Cruz. Ecos africanos ba Noche-buena Lo que cuesta en Tetuán pelar la pava. — A cerno se cotizan los pollos en esta Ciudad. — Tetuán, país de la alegría. — La misa del Gallo. No es oro todo lo que reluce. Siempre se ha creído que la vida en Marruecos era cosa fácil, aún para las clases más menestorosas y ya van convenciéndose ¡os africanistas de que en todas partes cuecen habas/ Mucho se ha hablado sobre la injusticia de que los empleados en las diversas dependencias de las Oficinas de la Alta Comisaria de España en Marruecos, estuvieran cobrando doble sueldo que en la Península por el solo hecho de prestar sus servicios aquí, pero aparte de la poderosísima razón de que Marruecos ni se considera ni se ha considerado nunca como una parte de España, sino como el Extranjero y de que todos los empleados que dependen del Ministerio de Estado y que prestan su servicio en el Extranjero tienen el doble sueldo, existe la más importante de todas; la de la carestía de la vida en esta Zona. No hexee muchos días llegó una partida de pavos de los que, sin pecar de exagerados, no merecían ni siquiera uno que se dieran dos pesetas falsas por ellos. Parecían almas en pena, sólo se les veía un montón de plumas y huesos, pero ño es esto lo que más llamó mi atención sino que atraído por la curiosidad se me ocurrió acercarme a aquella pavorosidad y quedé atónito cuando oí pedir a una señora nada menos que TREINTA Y CINCO PESETAS, señores, 35, ni una más ni una menos, por un pavito. Salí haciéndome cruces y al emprender mi huida temeroso de ver el cisco