LA OPINION JESUS EN LA NOCHE DE ULIA OCTOSÍLABOS A LA NOCHE Ayer, al crepúsculo, llegué a Montemayor para asistir a la fiesta de su Nazareno. Pueden comprender la profunda emoción de un cura, que gastó en ese pintoresco pueblo el mejor tiempo de su recién estrenado sacerdocio, al acercarse a esa tierra. Por el Portichuelo, la naturaleza se presentaba ante mí exhuberante y llena de lozanía y verdor. En medio de aquel tapiz variopinta, la antiquísima Ulía, coronada por la inmensa mole de su castillo legendario. Mi primera y apresurada visita: la parroquia de la Asunción, hoy remozada y conciliar, por obra de mi dilecto amigo, el padre Moyano. Allí estaba el Blanco Nazareno, confidente de mis años juveniles, rodeado de gente sencilla y devota. De este Pueblo de Dios andaluz, que tanto sabe de fatigas y esperanzas. Nuestro Padre Jesús es, en este día de su Transfiguración gloriosa, el imán y epicentro de toda la vida local. Su imagen en esta noche no lleva la cruz del Viernes Santo, y va vestida con una nivea túnica, re galo de ese caballero cofrade y uliense de pro que se llama Pepe Jaén. Salgo a la calle y en el ambiente se palpa, se siente la fiesta. Engalanado el campo, ubérrimo de vides casi en sazón, engalanadas las fachadas, engalanados los corazones. Alegría y bullicio por doquier. Iluminaciones, gallardetes, colchas antañonas, moños y mantillas, se mezclan con maxi y minifaldas, amuletos y camisas pop. Nada de enfrentamiento generacional. Cordialidad y acercamiento por todas partes. Cada uno a lo de los demás antes que a lo suyo. Somos muchos los que venimos de fuera, y por eso sus casonas árabes, enjalbegadas y limpísimas, están todas de par en par como indicando con delicadeza que están a disposición del visitante. Después de una misa por todo lo alto, concelebrada por varios párrocos que pasaron por la villa, sale la procesión a la calle, abigarrada y andaluza, con ese desordenado orden que aquí ponemos en lo que mucho amamos. No hay filas. El Dulce Redentor baja la Cuesta del Mirador, lugar idílico y paradisíaco, perfumado de maríaluisa, donde antaño se cantaban por los juglares los hechos de armas, y hoy canta la juventud 70 la eterna endecha de su cariño: la Banda Militar lanza sus alegres sones al viento de la campiña; el imponente y bien conservado castillo sirve de marco y fondo inigualable; los vivas se suceden sin cesar; las lágrimas se asoman indiscretas a los ojos de esta feligresía que se fía de Jesús y sólo de El; se sienten todos como libres de la servidumbre del pecado y de la servidumbre medieval; el dinámico Hermano Mayor no olvida su condición militar y va de acá para allá dando órdenes, más ancho que largo; la luna también colabora y presta a la escena su encanto y su luz, tamizada y romántica; y hasta las cámaras de televisión - el intrusismo de la técnica no podía faltar— recogen el impresionante aguafuerte de este «paso», digno de los pinceles de un Qoya. En la Plaza Mayor, fuegos de artificio, cohetes y tracas, chisporreteo de estos hombres sin doblez que gritan de verdad a su Jesús de Nazaret, que los bendice y redime. Mis antiguos feligreses se desviven en atencionesconmigo. ¡Qué buena es esta gente de Montemayor..! ¡Cuánto da y qué poco exige! Cuando me retiro por el misterioso laberinto de las callejas que rodean el castillo, escucho el rasgueo de una guitarra, de la de antes, sin enchufes ni artilugios, y una voz recia y varonil lanza a la brisa una soleá, arrancada de un corazón de esta tierra, caldeado por el vino de estos pagos: Parecía una azucena, y se la llevó a la gloria en una noche seré na... Mientras, un corro de niñas Vive bien durante el día para que luego a la noche del negro remordimiento no sufras los aguijones. Que la noche sea pizarra en la que sepas borrar si has escrito mal del día y has odiado en vez de amar. La Virgen sufriría menos si los cristianos, de noche, acordándose del hambre suprimieran diversiones. Que sea un anormal normal pretenden hacer del hombre. Lo escuché a un cura una tarde y lo medité de noche. Cabra es muy bella de día y hermosísima de noche, si se captan sus matices y se entienden sus fulgores. Carga tus penas de día. Descárgalas por la noche a las plantas de la Virgen que alivia los corazones. Sé que San Francisco amó todos los seres del Orbe. ¡Alegra pensar que quiere de Cabra sus dulces noches! No es la misma la mujer por el día que por la noche. Igual que cambia el vestido muda afectos interiores. La televisión de día, la televisión de noche ¿Aumentan tanto los santos como los televisores? Vicente GONZALEZ RAMOS canta a la rueda con argentinas voces, en la Plaza del Barruelo: Si quieres tener suerte, paz y alegría, vente a vivir por siempre al Monte Ulía... Al enfilar la carretera, y meterme en el asfalto sin alma, después de tantas emociones vividas y sentidas, voy pensando que por mi querido Montemayor también andan sueltos, llenándolo todo de gracia, los traviesos e impalpables «duendes de Andalucía». RAFAEL FLORES MORANTE